¡Júrame!

¡Júrame!






Con el destello del sol en tus ojos
esa sonrisa sonora, brillante y loca,
que desborda pasión por tus labios rojos
y la manzana carnosa que provoca.


¡Que tiemble la tierra coqueta a tu paso
y que el viento terso se deshaga en su afán,
por acariciar tu grácil talle a cada trazo
y cubrirte con halos color celofán!.


Para que seas dichosa al pasar
y tu delicada mano le dé su tibio contacto,
pues tienes la magia de la llama al andar
y todo se irradia con la miel de tu encanto.


Bella ¿cómo sé que por otro no me vas a dejar,
qué diciendo que me amas no partirás,
en busca de horizontes de más titilar
y conmigo en nuestro chamanto te quedaras?


Prefiero arder ahora que la marea está bajita
y que no dolerá tanto una abrupta ruptura,
pues aún es niño el volcán que en mi se agita
y a otra puedo buscar para amar con locura.


Sin tu palabra de oro no abordaré ese bajel,
pues por tu gracia temo tormentas bravías
y que seas presa de destellos de oropel,
do me hagas brotar trémulas lagrimas frías.


Júrame que con firmeza ante el temporal
de mi tronco ardiente te aferras,
así nos arredre un cruel tremedal
y que conmigo tus anhelos encierras.


Para juntos navegar a la dicha
en espejos fulgentes de amores,
con el embrujo de la armonía predicha
y el aroma terso de todas las flores.


Si no fueras tan bella y tan codiciada
me llevaría por tu encanto de diosa
y no te pediría tu palabra empeñada
y no mostraría mi aura cautelosa.


Más prefiero que hoy te lleven los vientos
y que te vayas tras un arcoíris con moyas de oro,
antes de sumirme en tifones violentos
¡porque una casquivana perdió su decoro!








AUTOR: Silvino Gerardo Becerra Gamboa.
Lunes, 04 de mayo de 2015.

Composición Registrada.
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