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La alemana I

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Troto, 12 de Enero de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 519

  1. Troto

    Troto Pablo Romero Parada

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    La muela del juicio dolía, el cuello dolía, la espalda dolía, la punta de la polla dolía, las rodillas dolían, el estómago dolía, los espejos dolían... esta vez no es por los cigarrillos, ya hace mucho que empezé con la maldita rutina. Hace como cinco meses que ingresé en una de esas páginas de ligues. Era un tipo al que no le importaba la apariencia física y ahora estoy loco por taparme las espinillas y toda esa mierda.


    Alemania es un buen sitio al que ir cuando ya no te queda nadie con el que estar en tu país de procedencia. Me vine a Rotterdan con Clara, una nini de 17 cabreada con sus padres.

    La conocí en una de esas mañanas en las que cursaba mis prácticas en el centro de salud Nicolás Peña. Lo primero que hacía allí todos los días al llegar era colocarme en un Box y realizar extracciones de sangre.

    Generalmente los pacientes sobrepasaban los 70 , aparecían por allí con su jodida cara de viejo sabelotodo y se sentaban en la silla con la satisfacción de haber sobrevivido tantos años al desgaste natural, tendiendo sus finos brazos mientras pensaban que ya les había tocado de nuevo el jodido estudiante de los cojones. Yo casi siempre pinchaba bien a la primera, pero alguna vez las venas eran complicadas y los viejos tenían que joderse con un par de pinchazos más. La enfermería es un buen trabajo si te gusta ver sufrir a la gente.

    El caso es que, Clara, apareció una mañana por allí, con sus perforaciones de nariz y orejas, con su chaqueta de cuero marca Provogue, comprada en un mercadillo londinense; los pantalones rotos, las all stars rotas, los labios cianóticos, una camisa a cuadros rojos y un sombrero negro de hombre al estilo Humphrey Bogart. La chica se acercó hacia mí sin hacerme puto caso. Por aquella época, vivía desplazándome turbiamente por las calles viguesas sin más objetivo que meterme un par de tragos de José Cuervo y llegar puntual al trabajo sin demasiada resaca.

    -¿Cómo son tus apellidos Clara?- pregunté con esa falsa educación que le mostraba a todos los pacientes.

    -Neira Barroso-

    -Muy bien Clara, vamos con ese pinchazo-

    Tuvimos una típica conversación de mierda parecida a las que suelo tener con el resto de los viejos y se marchó por donde vino.

    Al llegar a casa, busqué su nombre en internet. Encontré una página de facebook y le pregunté por si le apetecía ir a tomar una cerveza algún día. Ella me citó en el “TransRock” de Churruca.

    Ese día daban un concierto y la entrada costaba 8 con consumición incluída. No encontraba a Clara por ningana parte, así que me dirigí hacia la barra a pedir una estrella y me la encontré en la mesa de billar, al lado del escenario. Quedé un rato observando como jugaba mientras pensaba en algo que decir. La chica no le daba demasiado bien, pero compartía pareja con un tipo que le sacaba dos cabezas y las metía todas. La mano de aquel gigante solo se despegaba del culo de Clara para tirar. ¿Por qué me habría citado esa chica allí al lado de aquel bestia?. Decidí apartarme un poco y tomar la cerveza en la otra punta del local.

    Desde mi posición, pude ver a una pareja bailando en el centro de la pista. Ellos solo se movían haciendo el idiota mientras sonaba la música. Supongo que a eso es a lo que se le llama bailar a partir de ciertas horas de la noche.

    El gordo que se sentaba a mi lado, levantó su trasero del taburete y estalló su botellín en la cabeza del imbécil bailarín. Una vez en el suelo, empezó a darle patadas y supongo que alguna caería en las costillas y en el mentón. La chica llamó a unos amigos que se encontraban en la entrada del local y se abalanzaron contra el gordo. Había demasiado alboroto y el riesgo de que algunos de esos empujones me tiraran la cerveza era inmenso, así que decidí tomarla fuera.

    Pasados unos minutos, parecía que todo estaba más calmado dentro del local. Clara salió de este y se dirigió hacia mí.

    -Hola enfermero, ¿ por qué no te acercaste a saludar?.-

    -No quería que se enfadara tu novio-

    -¿Te da miedo?-

    -No quiero que me partan la cara sin motivo.-

    -Entonces no estás en el sitio adecuado-

    Ella costeaba una sonrisa de oreja a oreja y la mirada perdida. Su cara estaba más pálida que la otra vez y parecía realmente contenta. No lucía asustada por el jaleo que se había montado ahí dentro. Yo sabía que si ese tío me veía ahí con Clara iba a tener problemas pero ella lucía realmente bien así que le dije:

    -Creía que vendrías sola-

    -¿Sóla, estás de coña?.-

    -¿Dónde dejaste a ese tipo?-

    -Estaba recibiendo una paliza de aquel gordo- respondió.

    -Entonces, ¿podemos ir a tomar algo por ahí?-

    -Claro, ¿dónde?, no queda nada abierto ahora mismo-

    -Me quedan algunas botellas en casa, ¿te animas?- pregunté.

    -Vamos-

    Al salir de Churruca pude ver al gordo del "Transrock" agarrado a la tipa que bailaba como una idiota en el centro de la pista. También pude escuchar el sonido de una ambulancia.
     
    #1
    Última modificación: 9 de Marzo de 2017

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