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La anécdota

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Asklepios, 24 de Diciembre de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 240

  1. Asklepios

    Asklepios Digamos que a tientas

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    Mi amigo Lorenzo me contó una anécdota que le pasó estando con su madre y que, ahora que la recuerdo, no puedo parar de reír.

    Viendo juntos la televisión, en uno de tantos anuncios comerciales, ofrecían productos de última generación de telefonía. Que si puede hacer esto o aquello; que si es más rápido; que si tiene más capacidad de memoria… A todo esto, su madre,- plena de la más absoluta ignorancia-, le pregunta que qué es eso de la contraseña para poder utilizar los dispositivos. Lorenzo, armándose de paciencia, la explicó que es como una norma el tener, como protección, una contraseña con la que el dueño del aparato pueda entrar en él y, al menos hipotéticamente, intentar dificultar a los demás la utilización de un aparato que es de propiedad privada. También le dijo que lo habitual es introducir una contraseña “secreta”, -normalmente numérica-, con la poder acceder al aparato aunque también, y según el dispositivo, la manera de poder empezar a usarlo es mediante la identificación de las huellas dactilares o del iris del ojo, aunque existen infinidad de maneras de hacerlo. Y es aquí donde dio comienzo la diversión Resultó que la suya era una de esas distintas y pintorescas maneras con las que algunos protegen sus dispositivos Al terminar de exponer tan básica explicación, la cara de asombro de su madre, me dijo que no la olvidaría en su vida pero que más difícil de olvidar le iba a ser la que puso después de lo que sucedió a continuación.

    Resulta que Lorenzo estaba jugueteando con su móvil mientras le aclaraba las dudas a su madre y que, de repente, sonó el tono de llamada de su teléfono. Cuando quiso atender la llamada, se le resbaló el dispositivo de las manos pero pudo cogerlo en el aire en muy extraña postura. Lo atrapó al agacharse y quedar en cuclillas con su brazo derecho totalmente rígido entre las piernas, agarrotado por un calambre. En cierto modo se puede decir que hasta tuvo suerte ya que lo que eligió para desbloquear su móvil no fue otra cosa que mediante el reconocimiento de su propio ano. Así que mientras intentaba girar el brazo que sujetaba el móvil, - que le quedó totalmente estirado y acalambrado-, para alinearlo con tan grotesco descodificador, con su mano izquierda intentaba disimuladamente bajarse , -estaba con su madre-, los pantalones y los calzoncillos a la vez para desbloquear el dispositivo que finalmente consiguió. Lo que pasó después fue un gran error, un enorme error. Desbloqueó la pantalla, sí, pero también activó el altavoz y el modo video conferencia, dejando así su más secreta intimidad a la vista del interlocutor.

    Según lo contaba, con mi imaginación yo iba desarrollando la escena: La madre de Lorenzo presenciando cómo, de un modo excesivamente raro y asombroso para ella, su hijo ofrecía su retaguardia a la tecnología para poder abrir comunicación; Lorenzo, mi amigo, contorsionándose, en presencia de su madre, intentando evitar males mayores pero consiguiendo mayores males; el interlocutor, que poco después supe que era su novia, preguntándose desconcertada por el porqué de aquel inesperado y estrambotico espectáculo…

    Afortunadamente, me dijo Lorenzo, pude cortar la comunicación, ponerme de pie y aliviar el calambre que me dio. Viendo la cara de mi madre, continuó, mientras intentaba vestirme decentemente, te juro que no sabía dónde meterme. ¡Qué vergüenza pasé, Dios mío!

    Cada vez que vuelven esas imágenes a mi cabeza no puedo evitar reírme a carcajadas.

    También tuvo su gracia el cómo explicó todo a su novia pero eso es algo ya más personal y no voy a ser yo quien lo cuente.
     
    #1

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