La borrasca

Con gigantes estruendos ya se acerca la lluvia,
amenaza latente de un torrente vislumbro,
pues de lejos contemplo, nubarrón que diluvia.
¡es ingente el invierno al que jamás me acostumbro!

Torbellinos de aves ya se alejan veloces,
augurando la fuerza que despliegan los vientos,
y el silencio se rompe cual retumbo de coces,
¡van cayendo los árboles con mudos lamentos!

Cada gota de agua, que penetra en la tierra,
es la esencia divina, que alimenta o destruye,
un misterio infinito, cada nube lo encierra
y en la vida en la tierra, pues sin duda que influye.

Los recuerdos que acuden, de imprevisto mi mente,
los que tengo de niño, los de aquéllos ayeres,
los recuerdos de inviernos, con azogue de oriente,
se me agolpan de pronto, escurriendo placeres.

Pasa el viento soplando, comprimiendo mi rostro,
y la lluvia me moja y se liberan los truenos;
tras brillantes fulgores de los rayos me postro.
Es sin duda el invierno, ¡cabalgante sin frenos!
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