La Cabalgata

La tarde menguada del invierno se va cerrando en noche. Víspera del día de Reyes. Los niños nerviosos, de la mano de sus padres, recorren las calles, agitados en esa emoción indefinida que se mueve entre el deseo y la conciencia de no haber sido todo lo bueno que era deseable. Los escaparates con juguetes, las luces navideñas que alegran la calle, todo ello da un aire entre festivo y mágico a esos momentos de espera a que llegue la Cabalgata de sus Majestades. Unos copos de nieve solitarios se pasean por el aire.


En la esquina de Ordoño con Independencia está el Café Nacional. En el primer piso, una zona de esparcimiento, con veladores de mármol y sofás añejos, desvencijados y vencidos. Balcones estrechos se abren a la calle.


Un niño espera inquieto junto a su padre.


Música de villancicos anuncia la proximidad de los Reyes. Una marea de pajes, adornados de galas en rasos brillantes, tocados con turbantes de colores que lucen airosas plumas, desfilan llevando antorchas en las manos. Luz que hechiza la calle, que llena las pupilas infantiles en brillos de sueños y afanes.


Pasa Gaspar en su alto trono, rubia la barba, saludando con la mano en un gesto cómplice, con una gran sonrisa abierta en la cara. Tras él tres camiones con remolques. En cada remolque un letrero: Juguetes. Palabra dichosa que pinta ilusiones en las caras de los niños.


Con el traqueteo, una caja, levemente se desplaza, se abre y muestra el contenido a quienes la contemplan desde lo alto.


-¡Papá, esa caja está vacía!- Dice con un toque de amargura el niño del balcón.


-¡Claro!- contesta el padre -Es para los niños que no se han portado bien y a quienes los Reyes no les traen nada-


Suspira aliviado el niño, la sonrisa le vuelve a la cara.


- Mira papá ¡Baltasar!-


El Rey mira hacia el balcón, y con la mano lanza un puñado de caramelos. El niño los coge con alborozo. Le entran las prisas.


- Venga papá vámonos ya para casa-

 

Ahh qué lindo relato, me hiciste acordar esas ya muy lejanas sensaciones jajajaja, ese cosquilleo en la panza que te quita el sueño esa larguisima noche del año, cuando uno creía en todo, cuando nos conformabamos con poco para ser felices y qué lejos se ve todo aquello, mil gracias por sacudir mis recuerdos, un enorme placer leerte, besos.

Pd. Este año me he portado bien, ¿puedes pasarle la voz a los Reyes Magos?

 

Gracias amigo para permitirme con tu relato participar en una linda tradición de tu país. Un cuento muy bien desarrollado momento mágico para los niños y sus padres, complicidad y cariño compartidos . Me ha gustado mucho tu prosa Luis. Amistad sincera. Amarilys

 

Gracias por tu comentario y por esa lectura realizada con interés. Tengo mucha mano con Melchor...¿le digo algo en especial? Besos.

 

Los Reyes Magos eran un día muy especial. Para mí, de niño, el mejor día del año. La ilusión llenaba las Navidades y esta fiesta les daba el toque final. Este relato es una remembranza de cómo eran esos días en los que yo era pequeño y me vinieron a las manos los recuerdos, la ilusión y la esperanza. Gracias por tus amables palabras. Besos y mi amistad sincera.

 

Primero, voy a decir un GRACIAS en mayúsculas, porque publicaste dos veces...
Las buenas letras están de fiesta esta tarde.
Ah... me cuesta comentar esta prosa, porque son muchas las emociones que me trajo.
En mi país, la Navidad es verde, veraniega, y si bien la blanca Navidad tiene más prensa por las películas que se filman en el norte, mis Navidades verdes, tenían lo suyo .
Nací un 14 de noviembre, ya me regalaban, luego coincidían el fin de curso de diciembre, la libertad, armar el árbol, recibir más regalos y después esperar el 6 de enero y a los Reyes. La ilusión, poner pastito y agua para los camellos. En resumen: magia.
Por eso, tu prosa me devolvió a esos tiempos donde la felicidad no era una utopía, sino una realidad tangible.
Pude ver la cabalgata de tu geografía, con el encanto de tu contexto, y me di cuenta que la ilusión de los niños no sabe de mapas, la fantasía no sabe de países, o de climas.
Queda en el corazón, en el recuerdo, y por suerte hoy, en tus letras.
Precioso, muy bello relato.
Un abrazo con mucha, mucha admiración y emoción.

 

No deja de hacerme feliz el que te gusten estos relatos. A veces me va la vena tierna, del recuerdo lejano, casi en la nebulosa de los tiempos. Pero ese tipo de memoria me ayda a escribir y sobre todo a sentir. A volver a percibir la emoción de las cosas pequeñas, pero que entonces eran muy importantes. Me trae a la memoria a mi padre, hombre bueno donde los haya, que supo sembrar ilusion, esperanza y fantasía en nuestras almas de niños. Posiblemente por ello este tipo de cuentos los espacio más, los prodigo menos, pero cuando lo hago me inundo de ese tiempo, esos años en que miras todo con los ojos muy abiertos y no sueltas la mano de tu padre por temor a perderlo. Hoy cuando los años han hecho su labos, guardo en un rincón del corazón las historias, la fantasía, la bonhomía de mi padre y es como un tesoro que rescato de tarde en tarde. Gracias por tus palabras, por tus ánimos, por tus lecturas, pues merece la pena publicar para que lo lea alguien como tú. Buenas noches, amiga mía. Mira a ver si ves titilar alguna estrella, si la ves te estará mandando un beso que para ti yo la he enviado.

 

Gracias por tanto, Luis, gracias por contar la historia detrás de la historia.
Buenas noches para vos, que descanses.

 

Simplemente hermoso!!! No existe en el mundo algo más tierno que la carita de un niño cuando todavía conerva la ilusión de los reyes magos y cuando recibe el regalo de sus manos. ¡maravilloso relato! Un placer disfrutar de su exquisita prosa, Luis Á. Ruiz Peradejordi, reciba la más cordial felicitación y saludo.

 

Una preciosidad que se lee con mucha emoción. Propicia para las festividades a la vuelta de la esquina. Y aunque mis navidades son blancas, creo que se comparte el mismo sentimiento, la misma magia.

Un gusto.

Saludos

 

Muchas gracias Daniel. Ciertamente la ilusión de esos años no tiene comparación con nada posterior. Un poco de ese embrujo es el que quise llevar a mi narración. Agradezco mucho su lectura. Un abrazo.

 

Gracias por tan amable comentario. Ya supongo que en Canadá las Navidades serán mucho más blancas que en España. Pero cuando yo era niño, en esta zona en que vivo nevaba mucho por esas fechas. Gracias por tu lectura. Mis saludos.