La caída

Gavarnie son los hielos ondulantes
con brillos en sus venas cegadoras
que al treparlas se han hecho seductoras
y cristal como mágicos diamantes.

La cascada que no quiso fijarse
ya te puso imposible la partida
y se llevó tu cielo al apagarte,
aquello fue el pudrirse la comida.

Es contar un misterio indefinible,
el relato de una triste salida,
todo, todo lo malo y lo insufrible,

reconocer tu punto de caída,
la cuerda me recuerda lo imposible
privándome del nervio de tu vida.

A Pau Escalé

 

Tristes momentos los que refieren estos melancólicos y nostálgicos versos que se eternizan en el recuerdo cuando nos traen instantes amargos. Encantada de leerte , besos para ti con admiración y cariño...muááckssss

 

Es muy bonito el poema, Maroc.
Muy sentido. Un gusto leerte.
Abrazo fraternal.

 

Gracias por tu paso y por tus palabras, la montaña siempre nos pone en nuestro sitio pero ella nunca tiene la culpa.

Otro abrazo para ti, Alberto.

 

Como ya he dicho alguna vez “sólo se acuerdan de nosotros cuando se mata un compañero o compañera, luego nos olvidan ” pero aquí estoy yo para llevarles la contraria, un placer tu paso por mis humildes letras, la admiración es recíproca.

Más cariño para ti, Alberto.

 

Unas letras muy sentidas en tu soneto,
dedicadas a un escalador.
A veces las montañas heladas se cobran su precio, en cualquier grieta o rotura del hielo, está la muerte esperando.
Un placer tu lectura amigo Alberto

 

Pero siempre lo repito; las montañas no tienen la culpa, gracias por tu paso y tus amables palabras Antonio, abrazos.