La camisa

En esta tarde gris como dice el tango, encontré en el placard una vieja camisa leñadora de mis días de júbilo.

El silencio acuciante y la vieja camisa leñadora en mis vagos recuerdos reviviendo escenas musicalizadas por

Mitfits, Nirvana, SonicYouth, Joy Division, The Cure, Samhain y Alice in Chains. Mis bandas suicidas como me decía el Foka.

Simplemente mi lugar de confort en el universo.

El sopor aturdido de esperar simplemente a la muerte, aquí sentado buscando la perspectiva de la nada.

Misteriosamente los recuerdos hacen una curva en mi línea de tiempo y

otra vez el algoritmo deprimente que me va sugiriendo, aquellos fines de semana de hiperventilación,

hibernando en el local, escapando tantas veces de todo y de todos, incluso de mí.

Mi revisionismo musitando imágenes fantasmas por la ventana de mis ayeres incompletos.

Deslizándome en la angustia con la mirada degradada y las ganas de no estar.

Pequeñas soluciones inmediatas de lo cotidiano y el sabor invisible de la soledad.

Sábado y Ciudad Evita, bolsa, balanza y cinco. La Sachira quisco y dinamita en rama.

Sábado a lo Stuka, pero con dos pestaña más. Fútbol, faso, asado, vino y postre.

La ingeniería de la oscuridad agudizando las reconstrucciones nefastas y precisamente este no será jamás

el modo de escapar, pero mi gama de colores siempre ha transitado en matices oscuros.

Solté la camisa espantado, cuando me di cuenta que me transportó al pasado. A veces me pregunto si todo eso que recuerdo,

realmente pasó, porque ya no se puede tocar. mi primer reflexión es que seríamos sin las experiencias, seguramente

nos convertiríamos en inexpertos y probablemente podríamos interpretar a esos viejos de mierda que criticamos tanto.

Pero no deberíamos culparlos, ellos esquivaron etapas para ser lo que son hoy.

Jajaja unos gorilas hijos de putas como sus padres, pienso en que esa es la verdadera grieta.

El que caminó el empedrado y el que esquivó esquinas en el auto de papá…