La cascada

Un "soneto" dodecasílabo, al estilo (marcando por supuesto humildemente las distancias) que ensayó Rubén Darío.

La cascada

Dejaré que tus malvadas aguas fluyan
y que bañen impetuosas otros lechos
dejaré que tus corrientes disminuyan
en los pozos que alimentas de desechos

Dejaré que tu caída indetenible
sea el sino de tus nieblas sin matices
dejaré que de tus labios meretrices
sólo sepan los ladrones e imposibles

Y al dejar que se destrocen tus caudales
en las rocas que terminan los abismos
dejaré en mi corazón tus tremedales

Y quizás cuando terminen las tormentas
y no tengas ni el valor de un espejismo
no veré más mi dolor ni tus afrentas

Gonzalo Himiob Santomé​

 

Primera vez que le leo Y me dio mucho gusto
el haber pasado por aca y leerle.buen poema.

un abrazo y besos desde el otro lado del mar.

 

Muchas gracias Roxana, un placer leer tus comentarios, aunque no entendí eso de que estás del otro lado del mar, pues, por lo que veo estamos muy cerca.

Besos
Gonzalo