La conversión del agua.

Pero ahora estoy lejos, tan lejano
que nadie lloraría si muriese.

Claudio Rodríguez


Te confundí en las sombras que me adornan
el caminar o la quietud de un hombre.
Era tan hombre en tu regazo limpio
que me estiré
hasta alcanzarme entero.

Las ganas, de puntillas, conseguían
el equilibrio natural del agua
en cuya transparencia éramos libres
con los matices rojos de un relámpago.

Te habías convertido en el pronombre
de la lluvia, en la música que estalla
contra la tierra y le fecunda el tiempo
cambiándole el aspecto de sus horas.

Tú, tú, gritaba la simiente intacta
que, bajo el polvo o una huella antigua,
quería descubrir el horizonte,
la dulce luz de los atardeceres.

Tú, tú, mientras el aire se rompía
en alientos vencidos, en los límites
donde las gotas del deseo se convierten
en el llanto que nadie ha derramado,
vigente todavía,
y que me debes,
porque ahora es de noche y ya no existo.

 

Uuuf... hacia tiempo que no me paraba a leerte. Sigue siendo una odisea brillante... una autentica joya... ahi van mis humildes farolillos para que alumbren tu ya de por si luz propia.
Un beso.

 

!!!!! genial, Aler qué más se podría esperar... una escultura de poema.
Un Abrazo

 

Bello y emocionado tu poema. Un saludo