La dama del armiño.

Yo la quiero con Cocacola, y con sardinas.
Con pan de hogaza; sin gasolina. Parece macho, no obstante.
Junto al piano. A ver si me retrata Leonardo da Vinci.


La quiero desnuda y melena al viento. Con guantes de lana en las manos.


" Eres un hijo de Puta malnacido. "


Gracias, cobarde y ruin cobaya para mis experimentos genéticos.
Espero hacer de ti una real hembra, algún día. En una fiesta de disfraces.
Si no tú, alguno de tus tataranietos. En un árbol genealógico que dure varios siglos.


" Hermafrodita diligente y hermoso... "





¡ Eh, eso es Amor ! Está terminantemente prohibido. ¿ Sales de una Creación, manifestación o latido ?
¿ Te lavó el cerebro tu dichoso corazón, que abriste ?
O fue el cielo azul con nubes blancas... Y soy mujer, por si no te habías percatado.


" Si te soy sincera, te amo y no finjo. Bésame los incisivos de castor que exhibo, en mis fauces. "


Te besaré la repugnante cola de roedor,
con la que al suelo de mármol, al deslizarte sobre él, sacas brillo.
Y te voy a dar, para almorzar, yogur con miel de abejas, por haberme planchado los calzoncillos.


" ¡ Oh ! Es un lujo tenerte entre mis brazos. Y ahora que lo dices, sí, ¡ Soy uno ! "


Eres uno que pasaba por allí...
Somos la dama, y el armiño.
La dama, y el armiño.

 

Gracias, amigo. He descubierto que no me interesa ser hembra.
Lo hubiera disfrutado.
Pero mi cuerpo no está preparado para ello.