La de la guadaña

Tu helada sonrisa,
tu mueca siniestra,
tu boca mellada,
no causan terror.​

No temo tu nombre,
no temo tu aliento,
no temo tu sombra,
sí temo el dolor.​

He visto tu boca,
tus dientes podridos,
tu faz descarnada,
olido tu hedor.​

Notado he tus pasos
tendido en mi lecho,
abierto he mi pecho
al negro color.​

Mas pasas de largo
sin darme el alivio,
¿es cierto que tienes
de mí, tú, temor?​

Yo temo la vida
que se me hace dura,
y temo el vivirla,
pues temo el dolor...​

 

Precioso poema ángel, he encontrado oportuno incluso la inversión de lo ausiliares. Chapeau!

 

¡ Mandeeee! ¿ Inversión de lo ausiliares.? Las prisas de la vida moderna...

 

¡Qué buen poema!

Auxiliares, sí:

Notado he tus pasos…
abierto he mi pecho…

Muy bueno, supongo que Luís se refiere a eso…

Un saludo, Ánel.
Xosé.

 

Me imagino que es así, pero la broma no la dejo pasar. Lo mismo que Ánel. Je, je.

 

Buen poema Angel. Me agradaron mucho tus recursos de transposición y la puntuación. Te dejo estrellas, aunque sé que no mitigarán el dolor...

Saludos!

 

Digo lo mismo...Dejando estrellas.

 

Me abrumais con vuestros elogios.