La dignidad de las miserias

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LA DIGNIDAD DE LAS MISERIAS


<<¡No sacuda la ceniza, carajo!. Deje que muera con dignidad>>
-y el señor del purazo miró al cubanito con cara de extrañeza-

Esto lo escuché en un café de Santiago,
y me hizo bastante gracia.
El señor del puro: europeo, de aspecto adinerado,
que, sin embargo, no parecía apreciar el gran Cohiba
que se quemaba entre sus dedos;
el cubanito: apenas un chiquillo, un buscavidas,
pero sabiendo, por genética, como se fuma un buen habano.

Pero más allá de lo anecdótico de la ocurrencia del muchacho,
fue pensar, en la enseñanza que encerraban sus palabras:
<<¡No sacuda la ceniza, carajo!. Deje que muera con dignidad>>

Vivimos quemando etapas; y ocultando
de ellas, sus miserias.
A menudo empleamos requiebros con engaños,
para deshacernos, de un golpe,
de nuestra torpe condición humana.

La vida hay que quemarla como si fuera un buen cigarro:
ha de consumirse pausada y lentamente, aspirando sus virtudes,
y exhalando, con elegancia, el humo rancio de las vivencias.
Dejemos que las cenizas nos precedan,
como enseña y estandarte,
de nuestro propio tránsito mundano.

No se reniegue de las miserias, carajo.
Vivamos con dignidad.


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Excelente poema y excelente mensaje. Vivir con dignidad, es lo más importante, no perderla nunca, asumir nuestras glorias y nuestras miserias. Bellísimos versos con un contenido muy profundo.
Estrellas y un abrazo

 

Gracias mi querida María. Siempre estás ahí. Admiro tu corazón sensible.
Un Beso.
J. Manuel

 

Elegantes tus versos y ese cierre me pareció mucho muy bueno. Te felicito.