La enramada

La calle permanece sombría en la noche que, bien entrada, sólo permite a la luna poner un punto de luz velada. En la calle una casa. En la casa una ventana baja, de reja forjada y macetas con claveles. Hay silencio, un silencio que se podría tocar con las manos; todas las luces apagadas.


Con todo cuidado, evitando hacer cualquier ruido, Santiago se acerca a la ventana. Pega a ella el oído y comprueba con alivio que no se escucha nada. Acompañado por sus amigos, llevan ramas cortadas de los álamos de junto al río y de los olmos del camino viejo, el que lleva a los páramos. Colocan con cuidado las ramas rodeando la ventana. Un marco verde acoge la reja como un brote de primavera. Sobre las ramas, adornando colocan las campánulas azules que traen recogidas en un cesto. A continuación los narcisos recogidos en los campos altos, son colocados primorosamente, intercalados con los racimos de lilas que han cortado del lilar del tío Juan, a quien pidieron permiso esta misma tarde, y los lirios del jardín del propio Santiago.


A veces tienen que auparse unos a otros para llegar a donde quieren colocar las flores y lo hacen sofocando las risas y con el más serio de los cuidados.


Cuando ya está todo bien presentado y Santiago se encuentra conforme, se despide la cuadrilla hasta la mañana a primera hora.


“No dejéis de tener preparados los instrumentos”, comenta Enrique, "que mañana damos diana".


La noche va trascurriendo lenta, como si no quisiera amanecer nunca. Santiago recuerda el cantar:


“Esta noche los mozos
tienen quimera,
por la cinta del pelo
de una morena”


Al fin y a la postre, el día se dibuja y trae la amanecida ilusiones de enamorado. Bien arreglado, como domingo que es, peinado con un poco de brillantina que le dome el cabello rebelde y puesta la colonia que le regaló su hermana por Navidad, se dirige llevando en la mano el laúd, a la plaza donde han quedado los amigos. Cuando llega, ya están allí Javier, Enrique, Manolo y José que llega a la vez que él.


Todos juntos, afinan sus instrumentos y combaten el relente de la mañana con una copa de aguardiente y una rosquillas que ha llevado Javier.


Con parsimonia y en silencio, llegan a la casa de Lucía. Unos instantes para calmar los nervios y a continuación comienzan a sonar los instrumentos. La música llena la calle, se abren ventanas en las casas cercanas, por las que asoman caras de gentes curiosas. Por fin, la ventana de la reja, abre sus cuarterones y la voz de Santiago ronda:


“A tu puerta la enramada
con clavelina de amor.
No te ha enramado Don Carlos,
ni tampoco un labrador,
que te ha enramado tu amante
con su fuerza y su valor…”


Lucía mira con asombro la enramada y luego, con arrobo, contempla a Santiago. Una sonrisa feliz se dibuja en su cara.


El cantar es promesa de amores serios.





Nota: Las estrofas entrecomilladas, corresponden a cantos de ronda populares de mi tierra

 

Podría decirse que el amor quedó dentro de un marco verde y hermoso de aromas.
Me gustan los rituales de amor, los regalos sorpresa, el hecho de que justamente por amor, alguien piense en armar algo bello para que otro ser humano lo disfrute.
Me encantó la descripción del principio, los nombres de los personajes, esa noche de aventura que aguarda por una mañana en la que unos ojos expresivos se van a llenar de ilusión y de esperanza.
Cantar para alguien, escribir para la persona amada, siempre implica que el corazón se volvió profundo y generoso.
Además, cantar en la ventana es de esas maravillas románticas que nunca dejarán de ser sueños tangibles.
Me pasé un rato agradable leyendo mientras desayuno.
En estos tiempos es imperioso leer palabras de luz.
Un abrazo con cariño y admiración.

PD: me alegró mucho que escribieras

 

Buenos dias grandisimo
Una mañana más me encuentro entre sus letras
Gracias.
un besazo

 

Yo he sido siempre de cantar. Cuando era estudiante salía con la Tuna y las rondas de los sábados por la noche a las amigas, a las residencias de chicas, tenían un punto de emoción y hoy son un recuerdo agradable. No fui un estudiante muy juicioso, pero en mi descargo debo decir que cantaba aceptablemente y tocaba bien la pandereta.
Bueno, todo este rollo para decirte que las rondas son algo que llevo dentro, que me gustan y cuando se combina con tradiciones como la enramada, me parece que tienen un gran encanto.
Espero que te haya gustado y que te haya pintado una sonrisa esta mañana. Gracias por tu presencia y por tu compañía. Feliz día. Un abrazo.

 

Ojalá hayas tenido una grata mañana. Gracias por detenerte en mis letras, siempre eres una visita bienvenida. Un gran abrazo y que no falte un besazo.

 

Noche de rondas, o madrugadas. Me recordó a la rondalla que vino a tocar a casa para la despedida de mi hermana la pequeña; todo secreto, todo sorpresa.
Qué buenos recuerdos de esas costumbres que aun hoy en día seguirán celebrándose en pueblos pequeños como el mío. Bueno, la de mi hermana fue la última que vi. Fue en mi casa hace veinte años. Qué lástima que se pierdan las buenas costumbres por los alrededores de estas tierras valencianas.
Me encantó lo que cuentas en este relato que es recuerdo y de los buenos.

Un abrazo Luis.

 

Ojalá a más recuerdos lindos los transformes en letras, aunque no sea todos los días, así podemos disfrutar de la lectura.
Otro abrazo.

 

Woooooow que maravilla!!! Cómo repetiré hasta el cansancio, usted tiene esa virtud de los excelentes escritores, para lograr que el lector sea parte del paisaje y hasta el protagonista y eso no lo hace cualquiera. Su impresionante prosa, la mixtura de los cantos y las bellísimas imágenes logran el éxtasis. Mis sinceras felicitaciones Luis, para esta magistral obra que debería estar en las antologías de este Portal, saludos Daniel

 

En los pueblos en los que me ha tocado trabajar, todavía se siguen esas costumbres. Y a mí me parecen preciosas. Es una forma para que un muchacho le diga a una moza lo mucho que le gusta y esas cosas tan tradicionales, han funcionado durante siglos.
Gracias por detenerte en esta pequeña historia y dejar tu comentario. Un abrazo.

 

Muy agradecido a sus elogiosas palabras, Daniel. Ciertamente en es Portal hay personas que escriben maravillosamente y a las que me gustaría parecerme. Este relato cuenta una de las tradiciones que todavía se estilan por mi tierra. Son costumbres hermosas que hacen más amena y agradable la vida en los pueblos pequeños. De nuevo le doy las gracias. Un cordial saludo

 

Me encanta la transmisión de tu cultura Luis, siempre me alegran tus cuentos. Hay una autenticidad en tus escritos que me conmueve.
Mi amistad poeta
Amarilys

 

La enramada es una costumbre que estaba muy enraizada en mi tierra. Hoy se va perdiendo. Por eso mi relato. Gracias por acercarte a mis cuentos. Un saludo y mi amistad.

 

Siempre me acercaré a tus escritos amigo porque la verdad me encantan.