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La extraña filosofía del Sr. Li

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Bolo, 30 de Agosto de 2016. Respuestas: 4 | Visitas: 2210

  1. Bolo

    Bolo Poeta recién llegado

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    Era un bonito lugar, hasta cierto grado apacible. La colonia ayudaba mucho, y a pesar de no ser la mejor de la ciudad de México, Clavería tenía su encanto. Estaba situada en la orilla de una rotonda, un lugar perfecto para una cafetería, más no precisamente el mejor para un “Café de chinos”.


    La migración China se había dado muchos años antes en México, y como grupo unido que son, se asentaron primero en el centro de la ciudad de México, luego buscando locaciones en Tlalpan y la calle de Álvaro Obregón, por supuesto. El Sr. Li había conseguido el lugar a muy buen precio, y llevaba ya más de 30 años de estar operándolo con su familia. El menú era el típico de un café de Chinos común y corriente; café, de fuerte y amargo sabor, pan de dulce, siendo el mejor vendido el bísquet, y varios tipos de almuerzos, comidas y cenas que atraían el paladar de sus clientes.

    El Sr. Li, a pesar de haber llegado hace tantos años a México, jamás se preocupó por hablar bien el español, al igual que la comunidad Rusa; muy diferente a la judía, que de inmediato se enfocaba a integrarse al lugar de éxodo en cuestión. Hablaba un español muy rebuscado, más era un hombre bastante culto. Estaba sumamente agradecido con México, y no solamente trataba de que su negocio prosperara, dando un trato especial a todos sus clientes, sino que se interesaba también por sus vidas, sus tragedias, sus desencantos; siempre puesto a dar un consejo no pedido, el Sr. Li había ayudado a muchas personas a reencontrar su camino, algunas palabras de aliento, e incluso algunos regaños leves caracterizaban su personalidad; lo anterior era tomado de una manera singular por sus clientes, y al hacerse conocido en la colonia, decidió hacer sus propias galletas Chinas, en las cuales metía mensajes propios, a veces citas de libros que leía, y a veces largos pensamientos sobre algún tema en particular que estudiaba, siempre tratando con las relaciones humanas.


    Era en el café del Sr. Li donde se reunían todas las tardes Verónica y Sara. Verónica era una ejecutiva que trabajaba en una gran compañía de seguros, en la cual llevaba arduos años ascendiendo el escalafón corporativo. Sara trabajaba también en una oficina, no estaba muy a gusto con su trabajo, y había agarrado a Verónica como compañera, consejera y socia en este negocio llamado vida.


    Verónica venía algo tarde, le había mandado un mensaje a Sara comentando que tenía un pequeño retraso, y Sara estaba a punto de contestarle el mensaje cuando la vio entrar por la puerta del café del Sr. Li.


    - Quióbo amiguis! Como estás? -Preguntó Sara al ver llegar a su amiga.


    - Bien amiga! Tu que tal? Perdón por la tardanza, la ogra de mi jefa no me dejaba salir y hasta ahora me pude zafar. Ya pediste café? Preguntó Verónica.


    - No, dame chance, Sr. Li! -Vociferó Sara.


    El Sr. Li apareció del fondo del restaurante, con la sonrisa que lo caracterizaba, dando rápidos pasos cortos para atender a sus clientas.


    - Díganme señolitas! Que guapas se ven hoy! Lo mismo de siemple? – Preguntó el Sr. Li.


    - Si por favor señor Li, dos cafés bien cargados y un bísquet para compartir- Dijo Sara.


    - Ahora si cuéntame, dijo Verónica. Cómo vas con Bruno?


    - Ay manita, contestó Sara, pues lo mismo de siempre, ya me aburrió el guey con sus cosas y la neta no se que hacer; la verdad lo estoy tratando con pincitas y viendo como le doy la vuelta, es algo encimoso y pues eso no me gusta, ya sabes, yo valoro mi libertad y me choca que me estén tratando de controlar.


    - Újule, dijo Verónica. Qué hueva, pero bueno, tu debes saber más bien que quieres o esperas. Siquiera es buena onda el guey o medio mamila como el último?


    - Pues es buena onda, pero pues ya sabes, todos son iguales, primero te hablan bonito y luego empiezan con sus jaladas dijo Sara.


    Verónica y Sara tenían prácticamente la misma edad, cuarenteando. Ya ambas habían estado casadas una vez y no deseaban tener realmente un compromiso. Tenían una máxima en la vida: Todos los hombres son iguales, TODOS, sin excepción, y también eran como los camiones, cuando se va uno, atrás viene otro nuevecito, listo para ser subido, montado y disfrutado. Sin embargo, Sara tenía un problema un poco más serio, ella si parecía no querer o no poder tener una relación firme. Había tratado, si, pero por alguna u otra razón siempre fracasaba. Se lo atribuía a un trauma del pasado, no sabía si era la muerte de su padre cuando ella era una adolescente, o a la severa decepción que se había llevado en su matrimonio. El punto es que ella estaba como enojada con el mundo, estaba molesta, y eso se notaba en todas sus relaciones. Sexualmente hablando, ella sentía poder en "controlar" y "decidir" con quién se acostaba, no entendiendo que solo era un signo más de sus trastornos, miedos e imadurez, y que todos los hombres con los que se había acostado significaban un paso atrás en su búsqueda de la felicidad; quedando irremediablemente marcada...


    En ese momento apareció el Sr. Li con la orden de las muchachas, siempre presto a atenderlas lo mejor que podía.


    -Listo señolitas! Dos cafés y un bísquet! – Dijo el Sr. Li.


    -Sr. Li, una pregunta, dijo Sara, usted sabe porqué todos los hombres son iguales?


    El Sr. Li solamente esbozó una sonrisa.


    -Lealmente quiele sabel señolita? – Contestó. – Nadie es igual a nadie señolita Sara, todos somos difelentes, todos tenemos una educación distinta, venimos de distintos lugales, como yo, de la lejana China, lo que pasa es que usted tiene un esteleotipo pol las situaciones que ha vivido, y se ha folmado un juicio, pol supuesto que no son iguales todos, todavía hay caballelos, gente con colazón, sentimientos, gente que solo busca hacel feliz a su paleja. Usted clé que tiene la veldad, pelo pelmítame decile que está usted equivocada.


    - “Pinche chino”, pensó Verónica. “Él que carajos va a saber”.


    -Qué dice tu galleta de la suerte manita? Preguntó Sara.


    Verónica partió la suave galleta y leyó:


    - Se piensan,


    - Se quieren,


    - Se desean,


    - Se necesitan,



    - No están juntos.



    - Chale- dijo. Y la tuya?


    Sara abrió la suya y leyó:


    - Ojalá que lo que estás buscando valga más de lo que estás perdiendo-dijo-


    Chale!


    Ambas amigas rieron mientras seguían disfrutando de la tarde.


    Verónica era buena en su trabajo. Realmente le interesaba seguir subiendo en el escalafón de la organización y siempre se apuntaba a los nuevos cursos y capacitaciones posibles. Ella, a diferencia de Sara, no le tenía tanto miedo a las relaciones, le tenía mucho miedo a la soledad y a la falta de dinero. Ella mostraba una cara al mundo, el de una persona altruista que se preocupaba por las causas sociales y los derechos de los animales, pero la verdad era que también, al igual que Sara, estaba marcada por tantas decepciones y quería agarrarse a algo que perdurara, a algo verdadero, a algo cierto. Era una mujer de muchos secretos. Después de su divorcio trató de tener relaciones con varios otros hombres más, sumando fracaso tras fracaso; llegó a pensar que tal vez estaría sola toda su vida, y pues le preocupaba mucho qué iba a ser de ella cuando se fuera su madre, que prácticamente era lo único que tenía en el mundo. Todo esto lo suplía con trabajo, se sentía una mujer exitosa y realmente lo era, estaba ensimismada con un nuevo curso de estadística en la compañía de seguros donde trabajaba, y se estaba involucrando más y mas con todos los distintos elementos que conformaban su trabajo; el coaseguro, las primas, las cláusulas, tenía un real interés por ser la mejor de todas.


    Sara por su lado trataba de llevarse la vida más en paz, no tomaba tan en serio su trabajo como Verónica, y lo único que deseaba era poder ser feliz, ella se sentía especial, tenía un cierto encanto con los hombres, y seguía sin entender la razón por la cual siempre se alejaban de su lado. Sara siempre tenía la respuesta perfecta, y siempre eran ellos, los hombres, los que fallaban, ella jamás. Ella realmente se consideraba perfecta y su juicio y condena hacia el género masculino era final.


    Fue a la siguiente semana cuando se volvieron a encontrar en el café del Sr. Li.


    - Quióbo Sarita!- dijo Verónica


    - Hola manita- Contestó Sara, con un cierto aire melancólico.


    - Qué tienes? Dijo Verónica- Te ves muy triste.


    - Pues lo mismo de siempre mi Vero, dijo Sara, mi cruz, los pinches hombres, Yo de plano ya creo voy a tronar con Bruno, ya lo hablé con mi mamá y pues creo es lo mejor. La neta lo veo medio clavado al guey pero pues ya se le pasará, yo creo lo mejor es quedar como amigos, yo no se si sea ya la edad pero cada vez soy menos tolerante. Lo bueno es que desde el principio yo sabía que no iba en serio con él, pero el pendejo creo está bastante ilusionado. El hasta me quería sacar ya una tarjeta de crédito y un celular, pero como sé que esto no va a durar no quiero luego que haya broncas. La verdad es lindo, pero pues para nada que lo quiero en serio, tengo ahí otros prospectos, recuerdas a mi ex novio el güerejo más joven que él con el que me ando texteando? Ese si me late, ya una vez tuve algo que ver con él y acabó mal, y la verdad es un hombre casado, pero pues me viene a buscar de nuevo en las noches y es bueno en la cama el canijo; me anda moviendo el tapete. El otro día se me olvidó tirar un empaque de un condón que usé con él y me lo encontró Bruno! Ni me la armó de tos por lo "enamorado" que está según el; le tuve que inventar un cuento Chino como los del Sr. Li.


    En ese instante se apareció el Sr. Li con dos cafés y sus respectivas galletas de la suerte.


    -Sr. Li, preguntó Verónica, le podemos hacer una pregunta?


    -Claro Señolita! – dijo contento el sr. Li. Usted plegunte!


    - Usted como le ha hecho tantos años para ser feliz con su esposa? Como han lidiado con los problemas, porque al parecer nosotras no damos una jaja! Dijo Verónica- cuál es la fórmula del éxito? Nosotras por mas que tratamos no encontramos al adecuado.


    - Les voy a contestal con la veldad- Dijo el Sr. Li. El ploblema no son sus palejas, son ustedes. Ustedes clén que son especiales, que se melecen lo mejol del mundo, no se han dado cuenta de que si son especiales, pelo son exactamente iguales a los millones de mujeles que hay en el planeta. Clasifican a los hombles pol su dinelo, pol su físico, les gustan "luchones”, no pol el amol que les dan, así dejan ir a gentes que las pudieron haber hecho muy felices, pero la vida es difícil, se necesita a alguien que jamás se rinda pol ustedes, de esos hombles hay pocos, pelo los hay. El ploblema mas glande es que ustedes tlatan de tapal su soledad y su ego con palejas, con hombles que van y vienen de sus vidas y sus camas, y tienen sus velitas plendidas como en la Villa, eso las hace sentilse segulas, pelo eso solo ser una ilusión. Cada vez que ustedes se meten con otro homble van peldiendo parte de su ser, de su esencia, y si me pelmiten decilselos, ya no están tan jóvenes, cléanme, este juego no dula mucho con la mujel, su belleza es muy efímera, deben sabel bien que es lo que quielen pala no acabal mal señolitas. Deben buscar gente de buen corazón, que las quiela de veldad. Truenan y vuelven a reglesal con gentes que aunque saben que les van a hacer daño, por alguna razón u otra clén que ahola va a sel diferente. Se engañan a si mismas, todo pol tratar de llamal la atención. Un hombre que las lespete jamás le va a hacel eso, solo las están usando mientlas les silven. Un caballelo las va a aceptar tal y como son, siemple y cuando hablen con la VELDAD.


    - Ah chingá! Contestó Sara, claramente molesta- ahora me salió usted todo un conocedor de relaciones humanas Sr. Li, a ver, dígame, como sabe que un hombre se va a dar cuenta de cuantas parejas sexuales he tenido?


    -Señolita Sara, contestó el Sr. Li, antes de irse a atender otra mesa- El cuelpo no miente…


    - Sara se quedó boquiabierta con la respuesta.-Abre tu pinche galleta- le dijo a Verónica.


    Verónica rompió el pan y leyó:


    Las personas como tú y yo no podemos ser amigos. No puedes ser amigo de una persona con la que se suponía que ibas a pasar tu vida.


    Sara abrió la suya y leyó:


    Es mejor tener con quien pasar los Domingos, que los Viernes…


    Ahora ambas se quedaron calladas, y Sara, sumamente molesta, agarró dos galletas más del mostrador, dándole una a Verónica y ordenándole- Lee!


    Verónica la rompió y leyó:


    Hay peores cosas que estar sola, pero suelen tardar décadas para que te des cuenta de ello, para entonces ya es demasiado tarde.


    Y no hay nada peor que demasiado tarde…


    Sara abrió la suya y leyó:


    Sabes que realmente querías a una persona cuando no puedes estar molesto con ella por haberte roto el corazón…


    -Vale madre- dijo Sara- ya vámonos de aquí…


    La relación de Sara y Bruno iba de mal en peor, Sara sentía que la celaba demasiado, no sabiendo que los hombres por lo general jamás celan a una mujer a menos que les den razones para hacerlo. Bruno realmente quería a Sara; le escribía poemas y canciones y constantemente le trataba de mostrar, a su manera, lo importante que era en su vida, pero pues al parecer eso no era suficiente para ella. Bruno también había tenido golpes emocionales y sentimentales en su vida, y había visto la llegada de Sara como un regalo de Dios; se había jurado a si mismo siempre hablarle con la verdad, y quererla, amarla y respetarla como una dama por el resto de sus días, y sin embargo, presentía que algo estaba mal. Bruno no se equivocaba. Sara era una mujer que le gustaba el control, no daba paso sin huarache, todo lo tenía planeado desde antes para cubrir cualquier eventualidad, no le gustaba perder, ni aceptar que se había equivocado.


    Fue en una de esas tardes cuando, por teléfono, le pidió a Bruno que terminaran la relación. Sara comentó que ya no estaba contenta pero que podían seguir la relación como amigos. Bruno estaba deshecho, ya que realmente quería a Sara. Jamás había conocido a otra mujer como ella y por unos momentos se sintió perdido, sumamente desilusionado. Le dijo que siempre estaría a sus órdenes, y lo decía de corazón. Ella le había mostrado y enseñado cosas maravillosas, que Bruno guardaría por siempre. Sara sabía que estaba desilusionado, pero pues ella desde un principio sabía que no quería nada formal con él, lo penoso del asunto es que nunca se lo mencionó a Bruno...


    Fue en la tarde cuando después de sentirse algo melancólica, decidió marcarle a Verónica, necesitaba hablar con ella:


    -Amiguis, te puedo ver en el café? Necesito hablar contigo- Dijo Sara


    -Por supuesto amiga- contestó Verónica.


    Ambas amigas se sentaron en el café mirándose la una a la otra, mientras aparecía el siempre sonriente Sr. Li, con el pedido usual de las muchachas.


    -Amiga, esto no está nada bien- Dijo Sara. No me gusta andar por la vida así. No sé realmente que es lo que me pasa, pero ya estoy cansada de todo esto.


    -Te entiendo y ojalá tuviera yo la solución… No se puede arreglar ya nada con Bruno? Preguntó Verónica.


    -No…- Contestó Sara. Aunque fue muy poco tiempo y realmente nunca lo tomé en serio, pues duele un poco.


    -Ay amiga, pues espero que este guerejo tu ex novio el casado te saque del hoyo; ya sabes, un clavo saca otro clavo y pues hombres hay miles- dijo Verónica.


    -No es eso amiga, ya me cansé. Algo tenía de razón el Chino este, esto de andar a prueba y error está de la chingada- Dijo Sara.


    -A ver, ya estuvo bueno, contestó Verónica. Sr. Li! Puede venir un segundo?


    El sr. Li acudió rápidamente a su llamado. Qué se les oflece?-Preguntó.


    -A ver Sr. Li. Le vamos a dar un chance, explíqueme por favor a que se refería con que el problema somos nosotras? En nuestras relaciones? Qué es lo que estamos haciendo mal?


    -Mile señolita- Contestó el Sr. Li- lealmente sería una plática lalga lalga, pelo se la voy a ponel fácil. El problema está en su mente, en sus acciones y reacciones a algo muy sencillo. Ustedes simplemente están lespondiendo a estímulos externos, a como fueron criadas, a sus amistades, a su genelación. Ustedes clén que no pasa nada y no hay ploblema volando de flor en flor buscando amol, se autoengañan, el amol está dentlo de ustedes, deben sabel y entendel cuando algo bueno les llega a la vida, ustedes clén que tienen todo el tiempo del mundo, pelo la vida se vá lápido, clén que tienen mil oportunidades pala expelimental y clén que van ganando experiencia. En lealidad cada vez que hacen eso apalece un nuevo clavo en su ataúd. El veldadelo amor implica un sacrificio voluntario otorgado por el bienestar de quien se ama. Nada es para siemple, todo es temporal. Si comienzan a agladecel lo que otlas gentes hacen pol ustedes de colazón, empezalán a entendel. Luego se andan quejando de que nadie las toma en serio.

    Cléanme señolitas, no hay nada mas tliste en la vida que ver a un alma quebrada, amputada, y con todo lespeto como dice mi compadle? ustedes van que vuelan pala allá...


    -Sara escuchaba con detenimiento al anciano, mientras les decía- Tomen, aquí están sus galletas de la suelte, dando a cada una una galleta en sus manos.


    Verónica tomó la suya, la abrió y la leyó:


    Hay personas a las que vas a querer toda la vida, estés con ellas o no.


    Sara no quiso abrir la suya, decepcionada metió su galleta en su bolsa y salió corriendo del café, sin despedirse de Verónica…


    Verónica estudiaba el caso de las políticas para pago de el seguro en caso de accidente involuntario cuando le llegó un mensaje a su teléfono, era otro de sus galanes, un judío con el que se mandaba fotos desnuda, invitándola a salir el domingo, le pedía le mandara una foto suya. Ella hizo caso omiso del mensaje, también ya cansada como su amiga de tanto caos en su vida. Fue en ese momento cuando tuvo un momento de lucidez. Efectivamente el Sr. Li estaba en lo correcto, solamente somos seres humanos buscando respuestas, cuartitos calientitos, alguien que nos quiera y que nos respete, ahí estaba la solución para Sara! No tenía que hacer absolutamente nada! Solamente quererse a si misma, procurarse, quererse tantito y tomar lo bueno de la vida, lo real, lo auténtico, lo verdadero. No había problema ahora con Bruno! No importaba que no se volvieran a ver, ni que ya no fueran a frecuentarse como amigos, Sara sabía que Bruno cumplía su palabra y que si le había dicho que siempre estaría para ella era por algo. Todo estaba bien! Bruno iba a ser como un seguro de vida! Mejor aún! Bruno iba a ser un SEGURO PARA LA VIDA.


    Sara meditaba en su cuarto a oscuras, solamente entraba la luz de la apagada tarde mientras veía hacia la calle. Repentinamente le dio hambre y recordó la galleta de la suerte que tenía guardada en su bolsa. La sacó, se la comió e iba a tirar el papelito de la suerte cuando por llana curiosidad lo leyó:


    Jamás llores por un amor perdido. El verdadero amor jamás se pierde. Pero eso si, si llegas a correr con la suerte, si llegas a ser de las muy pocas personas afortunadas en volverse a topar con una persona sincera que te ofrezca el cariño y amor total para el resto de tu vida? Por favor, jamás, POR LO QUE MÁS QUIERAS, la dejes ir.



    Bolívar Ruiz Elizondo


    Agosto 2016.
     
    #1
    Última modificación: 21 de Abril de 2017
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  2. Maramin

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  3. Maramin

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    Hola, Bolivar, me ha gustado tu relato ha sido placentera lectura que me ha hecho pasar un buen momento.

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    #3
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  4. Bolo

    Bolo Poeta recién llegado

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    Me da mucho gusto que haya sido de tu agrado Maramín, un abrazo
     
    #4
  5. Bolo

    Bolo Poeta recién llegado

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    Una disculpa al moderador, efectivamente corresponde a prosa, saludos
     
    #5

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