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La flor de la honestidad (Fábula china)

Tema en 'Clásica no competitiva (sin premios)' comenzado por F. CABALLERO SÁNCHEZ, 14 de Abril de 2014. Respuestas: 3 | Visitas: 4311

  1. F. CABALLERO SÁNCHEZ

    F. CABALLERO SÁNCHEZ Poeta recién llegado

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    La flor de la honestidad

    Fábula china

    (Con Moraleja en Octava real)

    Hubo en la China imperial
    un príncipe sabihondo
    a punto de coronar
    que, para subir al trono,
    se debería casar,
    siguiendo algún protocolo
    que no se podía obviar.
    No era el príncipe un bobo
    que se casara al azar
    y pensó buscar el modo
    que pudiese valorar
    las virtudes, sobre todo,
    de una princesa ejemplar:
    delicada con su esposo,
    amante de la verdad
    e inteligente con todos.
    Y, pensando, supo hallar
    cierto sistema ingenioso,
    de una sutileza tal
    que estaban todos atónitos
    viendo la facilidad,
    la prudencia y el decoro,
    con los que pudo instalar
    prudente dama en su trono.

    I
    Anunció el Emperador,
    en palacio, una gran fiesta
    invitando expresamente
    a toda joven soltera
    para que el Príncipe viese,
    de entre todas las doncellas
    cuál merecía que fuese
    la fiel esposa y princesa.

    II
    Vivía, dulce y prudente,
    en el palacio imperial
    una doncella excelente
    hija del chef principal
    cuya belleza evidente
    era digno de admirar.
    La joven estuvo siempre,
    sin poderlo remediar,
    enamorada del príncipe.
    Y al conocer aquel plan
    se le rompió el corazón
    y eso… la hizo llorar.
    Su padre se lamentaba
    de no poderle evitar
    aquel dolor a su hija
    hecha de limpio cristal
    No obstante, pidió la niña
    con la debida humildad
    permiso, para asistir
    a aquella fiesta especial
    para estar cerca del príncipe
    y admirarlo… una vez más

    III
    Al fin, llegó el grato día
    de la fiesta de palacio.
    Y fueron apareciendo
    lo más florido de mayo,
    las bellezas más sutiles,
    los ornamentos más caros,
    las jóvenes más hermosas,
    los tiros de más caballos.
    Y entre tanta juventud
    se hallaba, con ojos claros,
    una joven que vestía:
    modesto kimono blanco
    pelo alisado y brillante,
    sin otra joya en sus manos
    que una bellísima flor
    de los cerezos tempranos.
    A cada joven presente
    por orden del principado
    se le entregó una semilla
    con el siguiente alegato:
    - Id en seguida y sembrad
    esta semilla en un vaso.
    Volved, dentro de tres meses
    y mostradme el resultado.
    Y escogeré, a quien tenga
    la más bella flor del año,
    como esposa inteligente,
    consorte del soberano.

    IV
    Pasó un mes y otro mes
    y el tercer mes se acababa
    de aquel plazo que, su Príncipe,
    a todas las emplazara,
    para celebrar la boda.
    Y la dulce enamorada
    hija del chef del palacio
    que tan constante cuidaba
    la semilla misteriosa
    estaba desanimada
    porque en su vaso con tierra,
    la flor que tanto esperaba,
    a pesar de tanto cuido
    nada nacía… nada, nada.

    V
    Y al fin llegó el día «D».
    Las jóvenes casaderas
    a lo largo del salón
    con sus flores se alinean.
    Si una flor era preciosa
    la siguiente la supera
    y todas son maravilla
    de la floral competencia.
    Mas no todas tienen flores
    pues una joven presenta,
    con mirada resignada,
    su desgraciada cosecha:
    ninguna flor, ningún síntoma
    de que existiera vivencia
    de la semilla sembrada
    en su sencilla maceta.
    Pasa el Príncipe visita
    a toda la concurrencia
    y anuncia su decisión:
    «Me casaré con aquella
    de las jóvenes presentes
    que con su cuenco presenta
    la más noble y hermosa flor,
    de todas, la más perfecta:
    la flor de la “honestidad”.
    Que es la flor que se evidencia
    en este cuenco vacío»
    Ante el asombro que muestran
    todos los que están presentes
    añade el Príncipe: «Vedla,
    y entenderéis lo que digo:
    la semilla estéril lleva
    ese milagro en sí misma
    brilla con luces de estrellas
    si es puro aquel corazón
    que, con honradez, la siembra
    porque habréis de saber todas
    que con semillas tan hueras
    hubiera sido un milagro
    que alguna flor les naciera
    salvo la más linda flor:
    la de la “Honrada conciencia”.

    Moraleja

    Si el cuento transcurriese en realidad
    en nuestro mundo mísero y ladino,
    la joven que presume “integridad”,
    el mundo tan corrupto y tan gorrino
    bien puede contagiarle su maldad…
    ¡Por eso es mi cuento “un cuento chino”!
    No obstante no debemos de olvidar
    que el corrupto termina por pagar.








     
    #1
    Última modificación: 14 de Abril de 2014
  2. Marah

    Marah Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Mujer
    Qué linda historia de un emperador chino, gracias por compartir amigo

    Saludos cordiales
     
    #2
  3. Lina Storni

    Lina Storni Mujer Poeta

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    26 de Diciembre de 2013
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    Mujer
     
    #3
  4. la_huella_del_aire

    la_huella_del_aire Poeta adicto al portal

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    Me ha encantado leer esta fábula que nos enseña del gran valor de la honestidad. La vida nos llama a ser personas transparentes y sinceras para que ganemos una autoridad genuina. Te felicito por tan didáctico escrito.
    ***
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    #4

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