La generación del uranio

*Inspirado en "La poesía", de Karmelo C. Iribarren

Los colegios
bajo el Sol de septiembre,
los tranvías en horas ajetreadas,
los barrios con obreros trabajando,
los supermercados del centro
de la ciudad...

Las personas frecuentaban
estos lugares
(o, al menos, eso decía mi profesor de historia).

Con una Desert Eagle en la pistolera,
llego a un bar de mala muerte,
donde el segurata expone,
seguro de sí mismo, una AK-47.
Pago al segurata, entro en el bar
y me siento en la barra. Dos hombres
mantienen una conversación a mi derecha:
—¿Sabes qué día es hoy, Luís?—.
—No. ¿Qué día es?—.
—16 de julio. Hace doscientos
años que toda esta mierda empezó—.
—¿El qué?—.
—¡La guerra nuclear! ¿Qué va a ser si no?
El 16 de julio de 1945 se hizo
el primer test de la bomba atómica—.
—Ah... vale; no lo sabía—.
Levanto el brazo para llamar
la atención del camarero:
—Whisky, por favor—.
Conforme bebo, me voy introduciendo
en una ensoñación:
campos de amapolas límpidas
meciéndose por el viento reposado,
animales pastando por
praderas frondosas
y feraces,
aisladas columnas dóricas
arrojando sombras sobre la yerba
tostada por el Sol,
el cielo azul con nubes recorriéndolo
como barcos a la deriva.
El mar... ¡Oh, el mar! Las olas
ondulándose en playas solitarias,
la espuma y las algas llegando hasta
la orilla,
los peces deslizándose entre
corrientes submarinas...

Vuelvo a la realidad: me he acabado la copa.

Pido otro trago.

 

Nueva versión del poema.