La hiedra

Arrecia en mi cuerpo

la fuerza y el cansancio.

Ambos pugnan

una batalla lenta.

Mi fuerza se hace mas fuerte;

mi cansancio aumenta

cuando la fuerza es mas fuerte.

De ambos contrincantes

ha nacido “un alma nueva”.

Ella es flexible, tierna…

Se acopla a las circunstancias,

y como cualquier criatura pequeña

llora desconsolada

pidiendo atención.

Para mi es tan desconocida

como gestada en mis entrañas.

La velo aun en sueños,

observo su corazón.

Ella me ha ensañado la necesidad,

la ternura inocente.

Me ha enseñado a contar mis vergüenzas,

a reír por casi nada,

a soñar.

Poco a poco

la fuerza se convirtió en fortaleza,

me tumbo cuando ella se tumba,

acaricio su pequeño cuerpo,

y como a mis hijos

le dejo que crezca

acotada,

libre,

como a mis sentimientos…

como a la brisa del mar

en una tarde de verano

que te abraza suave,

como la hiedra.

 

Un placer tus palabras Miguel
Un abrazo
Maria