La Historia Sin Nombre

Existe una historia que cuentan los viejos,
es la historia de un noble caballero,
es la historia que perdida está
empolvada entre las sucias páginas
de un libro sin portada.
Es la historia de un amor de fantasía,
en los tiempos de mediodía.
Es la historia, que trataré de relatar.

Resulta que un gran día veraniego
de esos en que el sol juguetea con el agua
y las flores alardean con sus colores,
de esos días que uno anhela
cuando observa uno oscuro.

Este día un hombre salió a caminar
al bello día disfrutar
¿Qué se iba a imaginar
que el destino lo iba a tocar?

Todo fue un instante
sus ojos con los de ella se cruzaron,
y los de ella con su cuerpo coquetearon.
Todo fue un instante,
un instante que definiría una vida,
una vida de amor, de dolor y de alegría,
una vida, una vida.

¿Una vida?
¡No fue una vida, tonto ingenuo!
Lo fue para ellos
cuyos nombres no importan.
Lo fue para ellos
eso les pareció
pues estando juntos
el tiempo no importaba.
¿Se detuvo?
¿Continuó?
¿Qué pasó?

No sabían.
Lo que sí sabían era amarse,
tocarse y besarse
disfrutar cada día,
sin pensar en la noche
Amarse y adorarse
como un par de chiquillos inocentes,
juguetear con sus labios,
hasta que sus lenguas se cansasen
hasta que el tiempo terminaba.

Los dos se amaban en secreto,
cuenta el viejo a su nieto
se amaban sin que nadie lo supiera,
pues su amor era prohibido
prohibido como un crimen atroz.

El hombre disfrutaba
la amaba, la besaba
enloquecía, se enceguecía,
y a veces con verla
bastaba para calmar
su alma enamorada.

Cada segundo,
cada instante,
cada minuto,
cada roce,
cada beso,
cada abrazo.
Todo

¿Quién se iba a imaginar
que en uno de esos segundos
tan rápido como el de antes,
toda una vida (al menos para él)
se desvanecería, se esfumaría,
se iría con el viento
y navegaría por el mar
y se posaría en una flor abandonada?

¿Quién se iba a imaginar
que ella se aburriría?
¿Quién iba a imaginarlo?
Se aburriría del amor,
de los besos de la ternura
se asquearía
y por eso se esfumaría?
¿Quién se lo imaginaría?
Nadie.

Nadie.
Y menos el pobre caballero,
que un día despertó
y en su cama ya no estaba
plasmado en las cobijas,
entre las almohadas,
el olor de sus cabellos
y ya solo quedaba
el sentir de sus caricias
el recuerdo de su sonrisa
el anhelo de sus besos
el deseo de su cuerpo
la nostalgia de sus abrazos
de sus besos,
de su vida.

¿Quién se imaginaría?
cuenta el viejo a su nieto
que el hombre desesperado
salió a su búsqueda
en su caballo negro
con montura blanca
y su crin plateada
como la luna que envolvía con su luz
el pueblo esa noche,
esa noche en que el hombre salió,
para no volver jamás.

Así es,
y llegando a las páginas finales
removiendo lo último de polvo,
los rasgueos divertidos
retorcidos cuentan que el hombre salió
para no volver jamás,
montado en su caballo negro,
de montura blanca
y crin plateada
en busca de un amor
que sabía no volvería
pero buscarlo tendría.

Se dice que el hombre murió
cuenta la leyenda,
solo y triste en la montaña
muriendo de hambre
delgado,
solo,
triste.

El hombre murió
pero su misión le confió
a su alma debilitada
y ella sigue vagando
y no se detendrá
hasta encontrar el alma
de su amante querida
de la que tanto amaba
de la que tanto amó
y nunca dejaría de amar.

Su alma sigue,
sin rendirse buscando
un amor que sabe
jamás regresará
para vengarse
y así reconciliar
el sueño del viajero
que tanto la buscó.

 

Diego:

Un poema impactante, con la magia de una historia corta, con tintes de drama, de pasión excelente!!!

Un saludo

Jaime