La libertad

La libertad

El sol radiante que sale a pesar de nubes grisáceas,
la hierba húmeda y el concreto fuerte, sólido al lado de las lilas,
es tan fuerte el golpe, que va más allá de la muerte,
ser tan sólo partículas, esporas, recuerdos
en memorias digitales y en pantallas cada vez más claras y oscuras.

Caminas por el parque, de troncos recios y semilleros,
el vecino te saluda con un gesto amable,
ha envejecido mucho, ya no tiene a su Basset Hound
y sus hijos médico y contador ya han dejado la casa.

Ves los mismos carros destartalados, el Fiat y el sedán en las aceras,
Sientes la misma fiebre seca de no haberla invitado a salir por cobarde.
Ya tiene hijos y está casada,
y la vida en segundos como en décadas puede cambiar tanto.
Una idealización de albatros dada vueltas encima de tu mollera.

Recuerdas tu primera vez, y recuerdas la primera vez cuando lo hiciste amando.
Recuerdas tus sollozos de niño, y la vez que lloraste sin consuelo,
apoyándote en una baranda, y dramatizando toda distancia.

Es cierto, aún, lo que dicen los viejos,
de la muerte no se regresa.
Es como estar en un supermercado y saber que en casa tienes la refrigeradora llena.

Caminando de noche en el Centro Financiero,
en un departamento de Airbnb,
buscando licor y sudando por los pliegues de las mascarillas,
entendí por qué uno forma una familia
y por qué uno se deprime en esta vida.
También comprendí que tanto me ha sido útil los discos compactos
y como aún me mantiene roto haber perdido a mi padre, a mi abuelo, mi tía y al amor de mi vida.

La solemnidad de un desierto refrescante por mi ventana,
el estímulo de caminar por los jardines de un distrito que paga sus impuestos,
las ardillas que ligeras de ropa trepan los cables y los frondosos árboles,
la feria hípster donde la mantequilla de camu camu
cuesta tanto como la carne en el mercado Nro. 01 o el Lobatón.

Mi madre que ha vuelto ha tomar sus pastillas para la bipolaridad,
mis libros que están en el mueble de cristal
y la guitarra que yace en su funda,
y mi taza de café, que, no siendo pasado, es el mejor de los instantáneos.

Un sol dentro de mi nace todos los días al despertarme,
una especie de fe rehabilitadora, un que más me queda de estos tiempos.
Es el reto y trampa de saber que estoy vivo,
y que la libertad está más allá de toda tristeza.

 

Hay un grupo de personas significativas que se van antes de que lo hagamos nosotros. Un abrazo, Bartleby.