La Marioneta

Una vez más la marioneta danza al compás de un vals roto y oscuro,
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La melodía triste de un viejo teclado, que ardera en el fuego del olvido,
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Solo así sentirá alivio.
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Pues a ti no te interesa su tristeza y solo observas con pereza,​

A aquella pieza de madera que te entrego el alma,
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Ser devorada por la roja marea, Y desaparecer alba tras alba.
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¿Cómo pudo jurar que le amaba y dejar que la llama le convierta en nada?
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