La metáfora del amor

Amor a la poesía, amor al amar,
amor al amor de amar, amor al dolor de amar.

Quisiera amar para poder ser amado,
y recitar los versos necesarios para estar a tu lado.
Tener el mismo aroma de fragancia de otoño,
tener ojos de gato; gato negro de tu blanco sueño.

Que las paredes sean como nubes,
que tus dedos sean insensibles
para tocarte y que así sepas
el amor a lo imprevisible.

Que cualquier canción suene como una sola melodía:
La voz del silencio; la banda sonora de nuestras vidas.
¿Qué es esa melodía sino un cosquilleo en el cuerpo
que nos lleva al lugar donde se esconden los secretos?

Ese dolor involuntario que sabe Dios quien lo provoca.
El peso de una sonrisa atado al corazón con esposas.
El papel recién impreso, el césped recién cortado…
La llama que a pesar del frío nunca se ha apagado…

Los puntos suspensivos llegados por un te quiero…
Quieres algo pero tus manos dicen “no puedo”…
Deja que adivine algo que ni siquiera tú sabes.
La magia del amor. Amores platónicos no, amores universales.

Te amaba antes de nacer y te amaré hasta desaparecer.
Hasta que el firmamento me lleve y sólo se quede la poesía en el papel…
Mi alma lleva tu nombre pero la tuya no lleva el mío.
Que haya silencio ahora. Amor acorralado respiro.

No pongáis nombre a todo sino la Abstracción morirá.
Por lo menos hasta que yo muera y me haga resucitar.
Que yo resucite y siga diciéndote al oído de noche:
“Cuando escuches al silencio, llama a tu amor y ponle su broche”.