La mirada del tiempo (I)

LA MIRADA DEL TIEMPO (I)

Es una selva la mirada verde
del joven que improvisa a cada paso,
que tropieza, que folla y duerme al raso,
mientras el tiempo aguarda y no le muerde.

No pasa un día sin que me recuerde
en los vientos de aquel fecundo ocaso.
Ahora el tiempo cobra su retraso
y en su reloj la vida se nos pierde.

¡Maldito tiempo!, tú, que nos arrancas
del rostro las esferas a hurtadillas
y en el denso vacío las estancas.

Así nos llega el frío a las orillas
de nuestras dos estrellas —que ya blancas—
van sellando a la luz sus escotillas.

Kalkbadan
En Madrid, 19 de diciembre de 2016

 

Muy bonito poema Kalkbadan, siempre hay oportunidad de abrir nuevas ventanas, te dejo un saludo sincero poeta.

 

Un canto al esplendor de la juventud y sus gozos, Andreas, al tiempo que te muestras nostálgico de aquellos años felices en los que uno no era consciente del paso del tiempo, eso vendrá después cuando uno empieza darse cuenta de lo traicionero e impio que es Cronos.

Me han gustado mucho estos versos, amigo.

Te mando un saludo cordial con mi felicitación.

 

¡Hola, Manfred! Sin duda, compañero, pero aquel vendaval ya pasó. La juventud con ese eterno y fecundo ocaso es una etapa bestial, el baile de un funaumbilista neonato sin arnés. A la madurez se le puede sacar mucho brillo. El brillo que con el tiempo van perdiendo nuestras dos estrellas hasta convertirse en dos enanas blancas. Muy agradecido por tu paso. Un saludo, y sigue bien.

 

¡Hola, Luis! Es lo que pasa cuando uno peca de pretencioso y pretende embutir en un solo soneto algo más que un epigrama. He modificado levemente un verso a fin de acercarme en lo posible a lo que siento, y evitar aquellas imágenes que me resultan de una excesiva indulgencia con aquella edad. No me lo pasé precisamente "pipa", jaja, hubo de todo, mucho viento, muchas hostias de las que no se ven venir, pero de las que se aprende bien. Un ocaso en eterno retorno. No puedo evitar admirar aquella irreflexiva genialidad del joven. La madurez es bella, claro que sí, pero tiene ese resabio melindroso, del que si uno no se cuida, consume el aceite de sus faros sin darse puta cuenta.
Me gusta, compañero: hay que tener la firme voluntad de que lo mejor está por llegar.
¡Un saludo!

 

¡Hola, Juan! Cómo pasan los años a partir de cierta edad. Es fácil pronosticar que si uno se despista pueda dejarse llevar por esa conspiración a hurtadillas del tiempo, sin apenas enterarse. Ciertamente no me resulta nada bucólica la juventud. Me parece una puta locura, con su instinto frenético y su paso improvisado. Pero reconozco que no puedo dejar de admirar cómo el joven capea los vientos que bandean su espíritu.
Y lo de las enanas blancas, pues bien que depende de la voluntad de darle caña al asunto y no bajar la guardia.
Un abrazo, amigo, y sigue bien.

 

Querida Isabel..., muchas gracias por tu presencia, compañera.
Esas sillas vacías condicionan nuestra existencia, y me parece excelente que las traigas a colación de este poema.
El tiempo es una regla que aparece de pronto, sin aviso, en el tablero. Hay que aprender a vivir con ella.
Un fuerte abrazo, y disfruta de tus instantes, Poeta.

 

Si se pudiera juntar la irresponsable y atrevida "locura" juvenil con la templanza que da la madurez y la experiencia seríamos casi perfectos, aunque supongo que es como querer mezclar el agua y el aceite, la juventud es mágica precisamente por su inconsciencia y su escasez de realismo. Muy hermoso poema, querido Andreas, y esa primera estrofa me gustó especialmente. Un gran abrazo, amigo.

 

¡Qué gran comentario, Luis! La juventud es poco realista por "la ausencia" del paso del tiempo. Este hecho —junto con los sentidos que están por estrenar— parece que elevan como protagonista al instinto, resultando unos actos originales e inconscientes. Como bien dices, cada etapa tiene su magia. Aprovechemos la nuestra, amigo.
¡Un abrazo, y feliz año!

 

He leido el poema y los comentarios, ya sabeis que me gusta leer lo que decimos.

Y cada vez me siento menos madura, no se si no he quemado etapas, que también, o que no las he vivido cono tendría que haberlas vivido.

Pero creo que hay cosas que no dependen de la edad, sino de querer y de las ganas.

Creo que en cualquier momento cualquiera de nosotros y sin tener 25 ni 35 sería capaz de coger un avion o un tren, por un abrazo de cinco minutos y una mirada.

Una vez, estuve a punto de subir a un tren, por un café de quince minutos, 1000 km ida y vuelta. Y no lo hice.

Lo haría, pero en ese justo momento me era imposible. No soy un buen ejemplo para según que cosas.

Un besito Andreas, feliz año, y gracias por hacerme pensar y entrar en calor o entro en estado de congelación.

 

Feliz año, Andreas. Un fuerte abrazo amigo!