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La muchacha que limpia:

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Constantino, 18 de Marzo de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 402

  1. Constantino

    Constantino Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    14 de Febrero de 2012
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    19
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    Ella reside como tenue presencia,
    como una sombra por pasillos,
    un mordisco de pan meloso,
    chocolate tibio, humo de tabaco,
    como afable vislumbre,
    como lozana doméstica,
    hija del aluvión, hija de la tromba,
    como flora aseadora silenciosamente concentrada,
    como una planta florea entre piano ambiental.

    Inocente rostro seráfico,
    hermosa piel morena,
    húmedo y dulcificado légamo cubriéndola,
    barro, lodo, tierra para cultivo
    fértil como la arcilla,
    cuerpo libido mujeril,
    cabellera de bruñidas colinas de magnetita,
    senos delicados, labios maduros,
    piernas fornidas, caderas fecundas,
    atenuado apogeo subrepticio,
    albergar de misterio en su compás de movimiento,
    sedimento descendiendo los desvíos de la lluvia.

    La pobre,
    decidida como solemne derrubio,
    sentenciada como fosca llovizna,
    con daga a su tierra somete celibato hasta el entierro,
    aplica ciega herbicidas que absorben esperanzas,
    labra con sudor tapias sobre labios,
    con escarbos se allana en sacrificantes tesones
    que bullen en el asiento del suelo.

    Una gleba educadora, una cariñosa madre,
    paciente preceptora, afectiva regadora,
    una consagrada tratadora;
    desesperada edifica de su terreno,
    de la nada, a como puede,
    fermentos de madurez para hablar con sus frutos,
    sus críos: absolutos dueños de sus días.

    Surca como impaciente rayo de grano dilatado en el sigilo,
    como rápida riada recae sobre determinado cimiento.
    Posteriormente, al terminar de secretar vigor
    permanece como quieta charca,
    como una arada,
    una solitaria vía,
    y estudian las orugas su enigma
    y se forman grietas de salina en el fruncido seño de su frente.

    Una huelga de silencio acaece en la huella de su fango,
    lento cenagal que espera la partida,
    cuencas anubladas, mudos cauces,
    rociada odorata bamboleando bajo los golpes de las gotas,
    extendida mirada perdida en el embalse de sus ojos
    tendiéndose como los minerales mansos del río Tamazula.

    Hay entre ese temple llantos escondidos
    atisbando por meandros mentales al vacío,
    su tristeza cae
    como menguadas hojas marchitas en una nubada.

    Perpetuamente flotando en el agua
    la desdicha la rodea,
    eternamente bañando su cuerpo
    la tragedia la acompaña,
    desolado pantanal de quebranto,
    solitario arroyo de duelo,
    el luto siempre hace guardia en su aura
    de manceba viuda.


    Constantino H.
     
    #1
    Última modificación: 18 de Marzo de 2012

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