La mueca y el vacío.

Si esta mueca que ves, amigo,
alojarse cada día en mi boca,
muda, grave, extraña y erguida;
pudiera explicarte su causa,
corre a contármelo enseguida.

Ella es señal y también testigo
de la fatiga que a veces siento,
del vacío que alojan mis manos
en un eterno momento de espera,
que intento romper en vano.

No hay cruces de rutas ni caminos
ni senderos perdidos en el tiempo,
ni memoria que quede en la memoria,
solo hay días en que solo hay viento
que vuela con las comas de mi historia.

Si una razón buscara en los sabios,
Aesculapio opinaría de los humores,
Froid de supuestos complejos sexuales,
Buda del karma, Jesús del amor eterno.
Jung de cientos de laberintos violenciales.

Y yo sigo aquí con el alma sorprendida,
aunque se que mañana será otro día.