La muerte

A un gélido suspiro de distancia
escondida y atenta se mantiene
y en inventar maldades tiempo tiene
sin dejar de acosar, en vigilancia.​

Con mil trucos más propios de la infancia
se burla de sus cuitas, se entretiene,
se esconde en el desván, se va y se viene
sabiendo ya el final, con arrogancia.

La guinda del pastel está en el miedo
que infringe en cada cual, sin estridencia
sin importarle religión ni credo.

Y ante la fe del hombre en la clemencia,
si ya te ha señalado con el dedo,
aceptarlo es mejor. No habrá indulgencia.​

 

Se merece el premio a la trabajadora del año. Un abrazo, Bernardo.

 

Me apasionan los poemas que hablan de la muerte sin tapujos; como algo natural e inevitable para el ser humanos, buenos versos, Bernardo, saludos.

 

Gracias por tu paso, pero la parca es la parca, no descansa ni en fin de semana. SaludosBernardo de Valbuena

 

Si es que la muerte está siempre acechándonos por cosas tan simples como tener mucha edad… y sin meternos con nadie ni entrar en reyertas. ¡Manías qué tiene!…Saludos. Bernardo de Valbuena

 

Gracias por tu comentario me alegra que te guste a pesar de lo inhóspito del tema, aunque a veces haya que quitarle un poco de mordiente al tema.Saludos . Bernardode Valbuena

 

Excelente soneto. Es el eterno pánico del humano, la finitud de la vida, que conduce a la creación de dioses, la fe...
Un abrazo compañero.
Paco

 

Efectivamente, ahí está el quid de la cuestión, la maldita espera, sabiendo que ineludiblemente será realidad sin saber el cómo. Cosas de esta vida. Saludos. Bernardo

 

Verdades con peso de lápida. Excelente soneto, Bernardo.
Un gusto leerte.

 

Lo de “verdades con peso de lápida” me lo apunto. Gracias por tu comentario, me alegro. Saludos . Bernardo