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La Musa Y El Escritor

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por v-roni-k, 17 de Abril de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 756

  1. v-roni-k

    v-roni-k Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    9 de Noviembre de 2007
    Mensajes:
    25
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    Sumiso en el desvelo se encontraba un escritor,
    como buscando sin consuelo en su frío corazón
    a una musa inspiradora de una nueva creación.

    Las rimas revoltosas sin sentido ni explicación,
    borrosas como el agua, confusas y dispersas
    eran un eco sin respuesta a su gran desilusión.

    Le pedía a su memoria como incesante pendenciero
    si tenia alguna historia o un guardado sentimiento
    y ella siempre respondía: “lo he dado todo al tiempo”

    Sin mas ya que buscar, ni su memoria lo pudo ayudar
    decidió a la calle salir para ver que podía encontrar
    y entre veredas escombrosas a su musa pudo hallar.

    Como una perla en el mar, como aguja en un pajar
    se encontraba aquella mujer tan dichosa al caminar
    y a su paso dejaba miradas y en las miradas a su andar.

    Él la seguía en torpes pasos completamente anonadado
    mientras versos de la nada se iban escribiendo,
    el escritor seguía a su musa torpemente enamorado.

    Y así todos los días se paraba en su vereda
    esperando que la mujer en su mente escribiera
    otro verso tan sutil para otro nuevo poema.

    Un día la siguió, entro a una tienda de novelas
    era la oportunidad, era la única manera,
    de que pasara de gran musa a su fiel compañera.

    Iniciando una conversación, preguntándole por libros
    descubrió que su pasión también eran las letras
    pues en frente el tenia también a una poeta.

    Y así en cada tarde con una excusa de colega,
    el visitaba a su musa para consultarle lo que escribía
    y la musa ni imaginaba que a ella él las dirigía.

    Los mejores poemas eran los que su musa hacia
    y mientras estrofas y miles rimas leyendo recorría
    el escritor mas por ella de a poco enloquecía.

    Ella nunca le contaba su motivo de inspiración,
    aquellos versos lívidos guardaban un loco amor
    y el escritor se ilusionaba de ser él su motivación.

    Un día el leyó un poema en las que su nombre no estaba,
    eran versos escritos en lágrimas de un llanto resguardado
    y en la dedicatoria estaba el nombre de un viejo enamorado.

    Cada verso, cada estrofa de las que dueño se sentía,
    todas ellas dedicaban para otro hombre
    una imagen reflejada en la que él no se veía.

    Había estado respirando de algo que nunca existió,
    escupiendo rimas que el corazón le decía
    pero que su enemiga la razón jamás comprendió.

    Decidido y desconsolado, a su escritorio se marchó
    y tomando una hoja para su último adiós
    cortándose las venas con su sangre escribió:

    ”…. Encadenados corrían los versos que mi corazón a la sangre le dio
    ¿pero como ha de seguir un verso existiendo si el corazón hoy se murió?
    Pues él ha elegido seguir viviendo en este loco poema de amor
    no me queda más que cumplir su última voluntad
    siendo mi corazón a través de esta sangre… por siempre de tu propiedad…”
     
    #1

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