La niña del andén.

Un pálido destino de estación tenue en tinta
con pena y duelo pinta su anhelo y su pasión.
El miedo es su vecino; su instinto, su prisión,
su pan, su condición .!Mi triste niña encinta!

Con lágrimas de alcohol ya su ilusión precinta
con madurez, hastío, mal vino y depresión.
! El sino es un cretino!, repite en su canción
de olvido y reclusión. Fue su niñez, distinta.

Con cintas de papeles de carteles se viste,
vuelan sobre los rieles sonrisas y cornisa.
Le avisa un resplandor que afuera hay primavera,

se asoma a la vereda, una flor le desviste
el corazón y rueda su alma entre la brisa.
Su vientre ella acaricia y ríe, vive, espera.

 

Muchas gracias Maramin!! Te mando un abrazo!

 

Muy buen soneto, con perfecta descripción de una historia que a veces vivimos muy cerca de nosotros.

Un abrazo y mis estrellas.

José Luis

 

Excelente soneto de alejandrinos, estimado Supersoul,
donde has utilizado también algunas rimas internas,
sólo resiento a mi entender un abuso en el uso de las "yes",
lo que lo hace algo enumerativo,
tiene mi APTO;
un saludo cordial,
edelabarra

 

Gracias Eduardo! En realidad dude bastante con el tema de las yes. Ya lo he modificado. Un abrazo.

Martín.

 

Sin duda ha mejorado con la supresión de algunas "yes", sigue el APTO;
un saludo,
edelabarra

 

hermoso soneto alejandrino en un triste contexto como un asunto inevitable, descrito con gran fluidez, llegando tus versos con facilidad al corazón del lector.


un gusto leerte

saludos cordiales

 

Muchas Gracias Jose Luis! Hasta hace diez años atrás, solía tomar el tren en la estación Retiro del Ferrocarril Gral Belgrano, en Buenos Aires, que es la ciudad donde vivo.
Y ahi estabas siempre ellos, los mendigos de los bancos azules. Entre cartones y envoltorios de productos que nunca consumirían, entre diarios que no los nombraban y jirones de carteles de algun político de turno, que tampoco reparaba en ellos.
Contrastaban sus cuerpos apagados y sus vidas grises con el estridente azul, con el que la empresa Metrovias, había decidido poblar los bancos de la estación.
Quizá con la esperanza de atenuar la tristeza de esos andenes, o quiza ( y lo mas probable) porque esa pintura resultaba mas económica que otras mas sutiles.
Lo cierto es que al igual que Metrovias, yo también he intentado dar color a sus vidas.
A fuerza de tinta, vistiéndolos con papeles mas dignos, con estos papeles míos que sí hablan de ellos, con estas hojas de mi cuaderno de poemas.
La niña del anden, existió, y asumo que aun existe. Si algún día pasas por Retiro, te invito a visitar la estación . Hoy debe ser una mujer de veintipico, acompañada de una niña de nueve o diez.
Estoy seguro de que a ti también, te inspiraría algun poema.
Un abrazo.

Martín.

 

Muchas gracias poetry!!! Te mando un abrazo.

Martín Galvez.