La otra herida V

Como frutos secos las casas que tus ojos miraron, caen.
Se olvidan, se mezclan con otros recuerdos nuevos.
Lejos de tu centro de mieles y certezas,
hoy sobrevives tirana y hermosa. Muy cerca mío.

Una gran piedra vacía de ficciones es tu pupila derecha,
la izquierda es premonitoria y escribe en un verso de viento:
otro domingo estaré feliz.

Con mis brazos buscaré tender un puente hasta tu alma,
conocer los paisajes de tu interior será quizás mi suerte.
Ensombrecido por los horizontes lleno de nombres
voy a temer que tu corazón precipite mis emociones seguras.

Tus manos huelen a quesos, no es rico, pero son tuyas y eso basta,
tus labios son pequeños eclipses rojos que a mi memoria divierten,
tu hablas y yo escucho que la distancia es un verde y tímido mirar.

Podría tener un misterio y herirte, pero no,
hoy he cambiado y sólo deseo sanar el tiempo, el cuerpo, tu ilusión.
Más allá de tu esperanza, de lo dulce que sos,
más allá del simple reflejo de querer besarte en cada movimiento telúrico,
es que pienso y confío en tu belleza como acto de paz.
Luciérnaga, luciérnaga, luciérnaga desprevenida sin luna, sin noche,
llena de días y aun sin sol.

 

Felicitaciones.

 

Colmado de emoción y belleza el despliegue de tus versos querido amigo...
Un gusto volver a encontrarme con ellos...espero te encuentres bien...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy