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La paradoja

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por carlos lopez dzur, 28 de Noviembre de 2008. Respuestas: 2 | Visitas: 616

  1. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    25 de Febrero de 2008
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    Había un hombre que quería ser bueno
    y, por verse rodeado de lujuria y violencia,
    dejó de sonreir, se mostraba resentido,
    y vibraba en unas ondas de tristeza que originaba,
    queriendo o no, gran miedo, recelo,
    sospechas, burlas, comentarios malsanos.

    El se rodeó de muchos libros, devoró
    sin fe algunos que hablaban sobre la esperanza,
    y dijo: «A la mierda esos libros».

    Descreyó la buena vecindad, las redenciones;
    negó todo cuanto es definido ético, lo bueno,
    compensante, prefirió, queriendo o no,
    lo que insta a rebelarse y endurecer
    el alma, ya amaba hasta su propio sufrirse
    y, en nombre de los viles hambrientos,
    él nunca dio de su pan, ni ofreció un vaso de agua
    (él que siempre, pese a pobre, todo lo tuvo
    sin ponerse en rodillas, sin mendigarlo a nadie).

    Era un hombre acongojado, con muchos aspavientos
    de que hay que organizar al pobre,
    aunque implique matar los opresores
    y torturarlos y decirles sus verdades
    con el asco que cultivó después de aplaudir
    a los herejes, inconformistas, heterodoxos,
    seres quemados, torturados, encumbrados,
    linchados o cautivos hasta el último suspiro
    y él aplaudía, vivos o muertos,
    porque dijo que en los manuales
    de matanza, escritos por los subversivos,
    estaría la salvación suya y de otros.

    Era un hombre con buenas intenciones.
    Y le dolía ser incomprendido y no tener credibilidad
    en ninguno; pero él nunca dio de su pan
    ni siquiera su sonrisa ni su abrazo
    y por eso estaba solo, profeta de su desierto.

    Su casa, donde murió, fue un legado
    de su madre; su ropa, su licor, sus cigarrillos,
    siempre fue lo que alguien dio, no su trabajo.

    Su vida, ensueño tan constante, se acabaría
    y hoy le tocó morir y, como siempre dijo:
    «Moriré solo. Nadie me entiende.
    Váyanse todos. Nadie me ha amado» y, sin embargo,
    fue el pueblo de atorrantes el que le dio
    el ataúd, un cura misericordioso
    le cerró los ojos, y llegaron
    campesinos, pordioseros, vecinos
    de la aldea y le dijeron: «Adiós».

    Tal vez él mismo creyó que merecía que se largaran
    y no lo hicieron. Llorosamente escuchó
    lo que dijeron: «Ha muerto un hombre bueno».

    08-12-2000 / El libro de la guerra

    http://www.mundopoesia.com/foros/po...821-de-la-necesidad-de-unidad-y-de-orden.html
     
    #1
    Última modificación: 28 de Noviembre de 2008
  2. La Corporación

    La Corporación Poeta veterano

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    Señor, siento que usted debe ser un hombre bueno además de sabio...
     
    #2
  3. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias, Delirium, por leer y tu gentil comentario.
    Un abrazo,
    carlos
     
    #3

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