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La pesadilla de Lucas

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Mr. Pisco, 3 de Abril de 2018. Respuestas: 2 | Visitas: 920

  1. Mr. Pisco

    Mr. Pisco el escritor desnudo

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    LA PESADILLA DE LUCAS:


    Lucas era un chico que padecía de un caso de autismo grave, creyente de Dios cuando era un niño, pero demasiado consentido por su madre y hermanas desde que su padre falleció cuando él tenía seis años. A sus veintitrés años lucía aún como un chico ingenuo que vivía fuera de la realidad, muy seguro en su propio mundo; además sufría de sobrepeso y como seguía siendo fácil de influenciar, algunas malas personas se habían aprovechado de eso para pervertirlo. Aunque algunas veces se sentía atormentado, abusado por su condición de ser distinto para los demás; como si lo único que quisiera fuera sentir una verdadera paz. Por un lado su vecina de enfrente Rosa era una muy buena amiga de su madre, a sus cincuenta años había quedado viuda y se sentía realmente sola pero dinero no le faltaba. Había quedado con la madre de Lucas a que su hijo le podaría el césped una vez al mes, regaría su bonito jardín y se la follaría como a una puta. (aunque eso solo era una mala broma de la viuda). Lucas hacía todas las cosas que le encomendaban sin quejarse, parecía feliz aprendiendo nuevas cosas; pero por eso sus propias hermanas se aprovechaban de él. Como tenía mucho tiempo libre porque su madre no le dejaba trabajar más que en los quehaceres de la casa, Brenda y Tina le hacían lavar y planchar sus ropas, además de limpiar sus dormitorios. Lo único que recibía de sus queridas hermanas era un caliente masaje los sábados por la noche o mejor dicho en la madrugada de los domingos cuando sus locas y sucintas hermanas llegaban borrachas y al no haber tenido éxito con algún chico guapo que les gustaba, se encerraban las dos en el cuarto de Lucas y le hacían sentir hasta la dimensión desconocida. Lucas no podía recibir mejor paga que ésta por lo que nunca se quejaba de sus hermanas con su madre. Hace una semana cuando celebró su último cumpleaños en familia en el mes de octubre días antes de “Halloween”, sus bonitas morenas hermanas le regalaron un par de máscaras de cerdo, el animal que más le gustaba a su hermanito menor. Brenda le regaló una máscara de cerdo como la de “Porky”, de los dibujos animados y Tina le obsequió una máscara más grotesca de un cerdo horrible de color negro que parecía más un jabalí hambriento. Por supuesto que Lucas adoraba más el regalo de Brenda, y la noche de brujas salió a pedir dulces acompañado por sus hermanas que se divertían burlonamente de su suerte porque ya no tenía edad para eso. El otro disfraz era usado más cuando sus hermanas venían calientes de la calle y si había que hacer una mamada sin que Lucas las viera a los ojos, el disfraz era el ideal para ellas. Lucas en el instante del incestuoso coito no podía parecer más feliz y satisfecho, aunque otras veces atormentado subconscientemente lo único que quería era matarlas como si en un momento de iluminación lo que más buscaba era borrar el pecado atroz que estaba cometiendo.

    Lucas no se sentía seguro de lo que hacía ni de lo que quería hacer en la vida. Tal vez solo quería sentir una paz absoluta como si nadie más existiera que él y su Dios que tal no vez o no existía o ya había muerto. Esa noche Lucas se quedó hasta muy tarde viendo televisión por cable y lo que vio le marcaría la vida por siempre; era un documental de asesinos en serie y de la noche a la mañana se sintió tan impactado, tan excitado y tan inspirado que no podía hacer otra cosa sino lo que le dictaba el corazón para no sentirse al borde del abismo. Echado en su cama en medio de una gran oscuridad mientras todos en su casa dormían, Lucas se imaginaba un sinfín de finales sangrientos sobre las personas que habían dejado una honda huella en su vida como Rosa y sus hermanas. Había cosas en las que tenía para reflexionar Lucas cuando se acordaba de Dios, aunque ya no iba a la misa de los domingos. Se levantó de su cama y con pasos torpes bajó las escaleras y se dirigió a la cocina en donde sacó un grueso cuchillo de res, se puso unas botas de jebe, y un mandil de cuerillo marrón. En aquel objeto filudo depositaba su última esperanza de redención. y se reflejaba pero no veía su rostro sino la de un cerdo que le quedaba a pelo con su negra alma, según pensaba Lucas de sí mismo.

    Salió de casa y fue en busca de su vecina, la que había abusado de él cuando solo tenía quince años de edad, y ahora esto podría parecer una venganza pero solo se trataba de una liberación de carga para Lucas que parecía caminar sobre nubes cuando Rosa abrió la puerta creyendo que el chico por fin entendía lo que era sentirse solo. A primera vista se asustó al verlo enmascarado del cerdo “Porky” pero, luego reconoció que Lucas que llevaba las manos atrás y no decía ni pío, y lo dejó pasar. Solo habían dado unos pasos hacia dentro cuando ésta se llevó una inesperada sorpresa que cayó de golpe en su cabeza como un hachazo, y sangre por doquier a borbotones que emanaban de la vieja que yacía tumbada en la entrada de su casa. Lucas la miraba removerse violentamente como si aún se resistiera irse al mismo infierno. Pero no se inmutó ni un músculo y “el señor Porky” como lo llamó su madre la primera vez que lo vio con aquel disfraz de cerdo, simplemente cerró la puerta.

    Luego de una hora de estar entre las nubes y la excitación volvió a casa, y fue en busca de sus hermanas por las que guardaba una especie de sentimiento bipolar y que dormían en la misma habitación porque solían compartían a los mismos hombres, sobre todo a Lucas que era como una tumba. En una especie de trance Lucas se movía como un zombi en medio de la oscuridad, penetró en el dormitorio de las chicas que dormían profundamente por el alcohol y alucinógenos que habían ingerido unas horas antes de llegar a casa, ambas estaban tumbadas de costado en dirección a la ventana sin sabanas sobre ellas. El calor era notorio y el voluminoso cuerpo del cerdo de Lucas sudaba sin necesidad de agitarse demasiado pero sin el control de sí mismo. Entonces fue cuando Tina lo sintió apenas como si solo estuviera soñando. –Señor “Porky” ve a dormir–. Su mano izquierda acariciaba su pierna desnuda. –Mañana será tu gran día, ¿está bien?-. Cuando llevaba la máscara del cerdo “Porky” puesto no solía decir palabra alguna, apenas soltaba un dejo de risita espantosa. Se levantó y estaba a punto de salir cuando oyó la voz de Brenda. –Así, así bebé–, lo que cegó mentalmente a Lucas y despertó al cerdo grotesco que llevaba dentro. Odiaba que las chicas le dijeran “bebé” se contempló por última vez en el espejo de su filoso cuchillo carnicero y de un certero tajo dio con la cabeza de Brenda unas seis veces. Tina gritaba como una loca, pero “el señor Porky” no iba a permitir que escapara de la habitación. Cuando ésta abrió la puerta el poseído de Lucas la agarró de la cabeza, la levantó y la tiró sobre la cama; pero ella como una hembra desesperada trató de convencer al cerdo de Lucas con dulces palabras, caricias y sexo. Se quitó de prisa lo poco de ropa que lleva puesto y se escabulló como pudo por la entrepierna del cerdo y de repente parecía que cedía al arte oral de Tina hasta que se corrió y eso elevó la inconsciente ira de Lucas que clavó su filoso cuchillo sobre la espalda de ésta y luego agarrándola del cuello la estranguló. Toda la habitación estaba manchada de sangre, por los cortes ciegos y constantes de Lucas hasta que oyó un ruido proveniente del primer piso. Segundos después la madre tocaba la puerta del cuarto de las chicas pero, como no respondía ninguna de ellas pensó que profundamente dormían, y como recién eran las cinco de la mañana no quiso insistir, ya que las chicas acostumbraban hacer todo tipo de ruidos por la noche. Unas horas más tarde, en la mañana llena de sol de aquel mismo día, su madre estuvo tras la puerta del cuarto de Lucas y como no respondía, abrió la puerta pero, el muchacho no se encontraba por ningún lado. Ya toda esa cuestión le parecía demasiado rara, porque no había visto a nadie cruzar el pasillo de la cocina para salir o hacer ruido en el baño. Preocupada fue en busca de sus hijas y golpeó tan fuerte que se decidió a abrirla con la llave. Cuando abrió la puerta, vio una especie de cuadro horripilante salpicado todo de sangre. La cabeza de Brenda irreconocible, su estómago había sido abierto y la habían extraído el corazón, mientras que las extremidades de Tina habían sido cercenadas y su cabeza no estaba por ningún lado. A la madre de Lucas de repente sentía que le bajaba la presión y cuando bajaba las escaleras sintió que las fuerzas la abandonaban, el corazón se le negaba a latir y ella se desplomaba, rodaba por las escaleras y expiraba al instante.

    Después de tres días después la policía descubrió el brutal crimen alertado por unos vecinos que se quejaron del desagradable olor que provenía de unas casas contiguas; además de que la señora Rosa y la señora Martina no parecían estar por ninguna parte, y nadie por allí había visto u oído a sus dos ruidosas hijas. Y por su hijo retrasado nadie preguntaba, a nadie le preocupaba lo que pudiera haberle pasado, más bien era el único sospechoso de toda la masacre que había ocurrido. Pero hasta estos días de Lucas sigue sin conocerse su paradero.


    posdata:
    continuará...

    mr. Pisco
     
    #1
    Última modificación: 22 de Marzo de 2019
    A Mayca y homo-adictus les gusta esto.
  2. Mayca

    Mayca ES EL MOMENTO DE DESPERTAR A LA ESPIRITUALIDAD

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    Qué fuerte, mr. Pisco, alucinante historia, mira que tienes capacidad para llevar tu inspiración a crear esta prosa, a no ser que seas un asesino en serie, jajajajaja, me encantó tu relato, gracias por exponerlo, un saludo poeta
     
    #2
    A Mr. Pisco le gusta esto.
  3. Mr. Pisco

    Mr. Pisco el escritor desnudo

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    un fuerte abrazo y gracias por tu comentario.
    :)
     
    #3

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