La plaza al atardecer

Como una boca dócil que no olvida,
como el agua caída de los caños
como la luz del tiempo sin los años,
igual que el bronce plácido de la vida

pasan las horas ciegas de la tarde
con sus agujas grises, su indolencia,
su mansedumbre pétrea, la esencia
de los siglos pasados, el alarde

de las estatuas yertas. Con el sol
vencido en los cristales tras el día
que muere sin pesar, con la ceniza

que resuena en la luz como un crisol,
un abrigo, un tapiz sin mediodía,
una sombra volátil que agoniza.

 

Un retrato pintan tus versos de ese lugar incólume, cargado de huellas y el tiempo; este último que cumple su ciclo cada vez que el día posa sus finales rayos en su horizonte...
Muy grata penabad, la lectura de este emblemático poema que nos compartes.
Un abrazo
Camelia

 

Es algo triste pensar que terminaremos siendo, otra vez, sombra. Saludos cordiales, penabad.

 

Gracias,Camy, por tu lectura y amables palabras. Un abrazo.

 

Gracias, Sergio, por leerme y comentar. Un saludo cordial.

 

Bellas pinceladas para describir esas horas calladas en el rostro de la tarde que extiende su manto a través de tus acertadas palabras en este bello soneto que nos compartes. Un cordial saludo deseando lo mejor para tu vida siempre. Hasta pronto.

 

Gracias, Ferra, por la lectura y el amable comentario. Un saludo cordial.

 

Vibrante y contundente el instante de tus versos querido amigo...
Un gusto siempre...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

 

Una cascada de emociones a ese ocaso en el horizonte.

 

Gracias, Nancy, por dejar tu huella en este poema. Un abrazo.

 

Gracias, Guadalupe. Un abrazo.

 

La mirada languidece en esas plazas cargadas de huellas invisibles al paso pero imborrables en el tiempo.
Estupenda inspiración penabad, un lujo leerte, mis saludinesss

 

Gracias, Mireya, por tu lectura y palabras. Un abrazo.

 

Gracias, Camy, por tus amables palabras. Un abrazo.