La revelación del dolor

A Eduardo Hernández

En realidad el dolor es una revelación.
Oscar Wilde, De Profundis.


He sufrido la transformación más radical. De ser un hombre lleno de alegría, humor, entusiasmo y optimismo, quedé sumido en una total oscuridad desde que mi hija murió en un accidente de tránsito. Fue una flor que no alcanzó a abrirse. Tenía tan solo quince años. Ya pasaron veinte años desde que mi capullo de rosa me dejó y quedé sumido en la más espantosa nostalgia y melancolía. Siempre oscuro y callado, apocado, consumiéndome por dentro, muriendo un poco cada día. Cada noche, incomprensiblemente, lloro en silencio, y cada mañana despierto con la única meta de soportar el dolor tan solo por ese día. No pienso en el siguiente día y no tengo planes, metas, ni aspiraciones fuera de soportar el dolor. Mi esposa sabe que no puedo hacer otra cosa y respeta en silencio mi inacabable luto. Sé que ella vive su propio infierno, del cual formo parte. El dolor ha sepultado mi carrera profesional, ha apagado el amor por mi esposa, me ha hecho indiferente al amor de mi hijo (solo Dios sabe cuánto lo compadezco) e insensible al cariño de mis amigos. En mi indolencia hacia el prójimo no hay desdén, odio, ni resentimiento, tan solo una profunda imposibilidad de dar y recibir amor. Con toda mi alma deseo que se termine mi dolor y ser feliz, pero me encuentro vacío y sin fuerza. He llegado a aceptar que viviré dolido el resto de mi vida, y que de este infierno solo me librará la muerte. Como cada hombre sufriente en la historia del mundo, me he preguntado por el sentido del dolor. He indagado en la filosofía, la religión, la historia, la autoayuda, el judaísmo, el budismo, la new-age, y he leído la Biblia, y si bien no he encontrado respuestas definitivas, he comprendido que en un mundo injusto e imperfecto, el dolor es inevitable. Jesús llamó bienaventurados a los que lloran, porque serán consolados. San Pablo afirmó que en el plano terrenal no dejaremos de tener aflicciones. Tomás de Aquino explica que el dolor, surgido a raíz de la separación de Dios, es inherente a la condición humana, y que por eso sufrimos ante toda separación. Para Spinoza el dolor es el inicio a una perfección menor. Nietzsche sentencia que es necesario y deseable, y que el sufriente aventaja al que no sufre. Pero fue una declaración de Oscar Wilde en De Profundis la que me abrió los ojos: "Los sacerdotes y demás personas que emplean sin discernimiento frases sin sentido, hablan a veces del dolor como un misterio. En realidad el dolor es una revelación, pues por él uno conoce aquello en que nunca se había pensado, y se considera la historia bajo un muy distinto punto de vista". El dolor, lo he comprobado, es una revelación que nos conecta con una realidad escondida a la sociedad consumista. Es efectivamente, una puerta a una más completa y real percepción del mundo. A través del dolor siento la inmensa tragedia de ser parte de un mundo injusto que no me es indiferente. Nuestra sociedad no necesita sufrientes sino gente capaz de ser feliz, porque para producir y consumir es necesario ser feliz, creerse feliz, o al menos creer que alguna vez llegaremos a ser felices. Y por eso yo vivo marginado. Inservible para la sociedad, continúo cada día con mi oscura vida, soportando, leyendo, reflexionando, preguntándome, buscando respuestas y llorando en silencio. Soy un hombre consciente, sensitivo, de una percepción amplia, de ojos y mente abierta. Veo al mundo como acaso nadie más lo ve. Me considero un iniciado, un elegido. Creo haber adquirido la mirada de Dios, o de un dios. Pero nada, nadie, ni ninguna de estas revelaciones me devolverá a mi hija.

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Fernando M. Sassone
www.blog.singularidad.org

 

No puedo estimar cuánto de autoreferenciante contenga esta prosa, el hecho fijo es que ese estadio, el del dolor, es una compleja sacudida que de algún modo se ha convertido en congénita desde que el mundo es mundo.
Como conmoción (no uso la palabra “sensación” porque el doler traspasa la frontera de las impresiones simples y se experimenta tan vívido, tan auténticamente palpable, en ocasiones hasta llegar a experimentar cambios somáticos excesivos), es intransferible.
Puedo conjeturar, a grandes rasgos, la consecuencia atroz de la pérdida de un hijo. No lo he vivido, así es que jamás podré ponerme en tus zapatos. A pesar de lo cual, acumulo también mis muertos, por eso puedo forzar mi magnitud a la tuya.
No hay un solo día que uno deje de caminar con los recuerdos. Pueden atorarte de clonazepam, fluoxetina y cuanta terapia presiona-salida-del-dolor exista. La memoria sortea cualquier tapón. Incesante se te apresuran las secuencias, uno se niega rotundamente a dejar partir, como si esa retención terca te hiciera vivir un cachito más al lado del ser querido.
Nada puede llegar a esperarse justificado después de la llaga. Sos Dolor con patas y, por alguna extraña consecuencia de abandono, sentís que está bien serlo.
Al sistema no le importa eso, lo decís a la perfección. Pero, creo que producir y consumir están ubicados ahí para que creás que, después de haberlos maniobrado bien o mal, eso no interesa, la cosa es que te sumerjas y tengás aunque sea una nimia “sensación” de disfrute, eso puede arregarte la vida. Cualquier desafuero que te golpee la sien “debe” transitar por el mercadeo social y sanará. Todo lo que se compre o gaste te sanará.
Me pasó que comprendí que a veces no hacemos cosas simplemente porque no podemos. No es falta de atención, ni negación de cuidados, tampoco indiferencia inquebrantable que alguien no te asista cuando necesitás. Es que todos hacemos lo que podemos.
Soportar te llevó a regurgitar esta desazón. Nadie va a devolverte a tu hija, pero te sentaste en frente del monitor, abriste un editor y lo volcaste. El compuesto que te envenena está siendo transvasado… ¿no es esa una capacidad neta alquímica? ¿A cuánta distancia estás de convertirte en oro?
Es poco factible que las cosas cambien, que te sientas bien del todo y que el mundo deje de mirarse el ombligo en clara posición de “arreglátela solo”. Disparar una carcajada con las lágrimas apiñadas en la garganta es el más limpio indicio de haber empezado a ser.
Un abrazo, Fernando. Se es de sol o se es de lluvia, lo que nunca dejamos de ser es humanos.

 

Estimada Solanácea, gracias por tu sentido comentario. Debo decirte que, gracias a Dios, no he sido yo el protagonista de esta desgracia, sino que está inspirado en un amigo de la familia. Nunca había comprendido su dolor, hasta que tuve hijos. Imaginar el dolor de semejante pérdida siempre será quedarse corto.

 

Hola Vicente, lamento lo de tu hermano y te agradezco la lectura y comentarios. Saludos amigazo.

 

Me acerco a tu "revelación del dolor" como un ser expandido, los comentarios que he leído me han parecido hermosos y muy intensos eso... no quiere decir que tu escrito lo sea menos... eh? quiere decir que del dolor leído he sacado mucha belleza.
En algún lugar he leído también que el dolor es vida y ahora, después de tu prosa, entiendo un poco más ese significado. Se dice, que hay que dejarse llevar hasta tocar fondo, que hay que profundizar en él y trascenderlo, nunca resistirse. Se dice también que es un cuerpo, una clase de energía absorbente de la que uno no puede salir y cada vez te hundes más y más salvo que la dejes fluir. Teniendo en cuenta que no hemos tocado el dolor físico, aunque todo esté relacionado, es un tema que da mucho juego. Gracias por compartir
Un abrazo

 

Tomás de Aquino dice que el dolor nos hace humanos... y que acusa la conciencia de algo que falta. Me pregunto qué y cómo seríamos sin dolor. Hoy, los dolores son personales, los dolores sociales se anestesian con la industria del entretenimiento. he notado por ejemplo, que amigos y conocidos de mi generación y aún menores que yo (yo soy de 1969), evitan ir a los funerales, con la excusa de que "no tiene sentido ir a amargarse". Creo que en eso hay una actitud egoista y cobarde. No les interesa alentar y acompañar a los deudos, solo se preocupan por no sufrir ellos, o peor aún, por no ver a gente sufriendo... en fin... creo que evitar o tratar de evitar el dolor no nos lleva a nada bueno.

 

Gran escrito “Fernando”, no me imagino la perdida de un hijo, pero estoy de acuerdo en que el dolor nos hace más humano, nos sensibiliza, quiero contarte en mi experiencia como fue el dolor de un día, de un solo día; te conté que tengo tres hijos [Leyden, Michael y Jason] los dos primeros fueron unos niños sanos, bellos e inteligentes, cuando Jason nació como a los seis meses empezamos a notar que algo no andaba bien, nos dijeron los médicos que estas cosas raras no eran importantes y que debíamos esperar al año; cuando pasó el tiempo volvimos a buscar la ayuda de un especialista[ Dr. Tuschman]era una eminencia en autismo , este doctor nos comunicó después de muchos análisis que Jason presentaba síntomas de esta condición, que nos preparáramos pues Jason nunca sería normal, y que también podría ser epiléptico. Fue un dolor que no se puede describir, pero decidí en una hora como sería mi vida a partir de ese momento, tomé ese dolor como un desafío, como una prueba a vencer, hoy mi hijo es feliz, disfruta y sueña, y yo aprendí que el dolor a veces sana el alma; te mando un abrazo

 

Gran desafío de amor el tuyo. Uno de mis ahijaditos tiene TGD y viví junto a sus padres el dolor y la imcomprensión por una sociedad que conforme el chico crece, lo discrimina de diversas formas, todas muy dolorosas para los padres.
El tuyo es un desafío de amor, y sin duda cosecharás lo que estás sembrando, y en algún momento de tu vida, vas a ver que no podrías concebir tu vida sin Jasón. De todos modos, yo hablo desde afuera, y puedo imaginar tu dolor, pero nada mas. Que Dios te bendiga José, y a tu esposa y a Jasón y tus otros dos hijos.

 

Puede que sea "simplemente" miedo

 

Es probable... miedo...
En su libro "Sobrevivir" Vitus Dröscher, dice que los animales (el hombre), son capaces de dos sentimientos principales, los demás pueden de alguna manera encuadrarse en estos dos, son: amor y temor.

 

Fernando
he leído esta prosa que toca el corazón, realmente nadie puede comprender el dolor de la pérdida
de un hijo si no lo ha vivido...la aceptación del dolor llega...aunque este nunca disminuye.
Un placer detenerme en su espacio
Estrellas y un saludo cordial
Ana

 

Gracias Ana, siempre es gratificante ver que se aprecia lo que se escribe, y más cuando llega al corazón. Gracias por comunicármelo.

 

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[TD]Estimado Fernando: no sé si has leído este cuento del poeta libanés
Kahlil Gibran, quien hace una interpretación filosófica muy sencilla de lo que es el dolor:

"Dijo una ostra a otra ostra vecina:
-Siento un gran dolor dentro de mí. Es pesado y redondo y me lastima.
Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia:
-Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor dentro de mí. Me siento bien e intacta por dentro y por fuera.
En ese momento, un cangrejo que por allí pasaba escuchó a las dos ostras, y dijo a la que estaba bien por dentro y por fuera:
-Sí, te sientes bien e intacta; mas él dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable belleza." (Kahlil Gibran)

El dolor es como el metal cuando se acrisola: deja sus escorias en la superficie y se torna más puro en el fondo del crisol. El problema es que cuando nos toca padecerlo, olvidamos la capacidad que tenemos para separar lo malo y lo bueno del dolor, y nos convertimos en un puñado de nervios que no encuentran dirección ni sentido a la existencia. Buscar a Dios ─a cualquier Dios─ sea interno o externo, nunca está de más.

Un abrazo, amigo.
¡Vuelve pronto!

Elhi

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El dolor... solo se puede tener algo de fé en que dará algún fruto... Muy sabio el cuento, no lo conocía. Gracias Elhi por pasar y por tus buenos deseos!