La Senda

Esa inocencia pueril
con que tus ojos me hablan
y esa risa y esos labios
y ese susurro en mi almohada.
Y el talle de tu cintura,
que contoneas con gracia...
Cada vez que te respiro
¡ay! es que me tiembla el alma.

Me robas el pensamiento
y un suspiro me arrebatas.
Ladrona de corazones,
¿no ves que tus besos matan
pues me los das poco a poco?
Que no es tu culpa te salva.

Larga ha sido la senda,
dura la lucha librada
contra fieros enemigos.
Tú bien lo sabes, mi amada.
Mas disfrutemos ahora
de la victoria lograda
bajo el firme y frío acero
de nuestras recias espadas
forjadas con nuestro fuego.
¡Amor que mueve montañas!
¿Existe amor más hermoso
que el curtido en la batalla?

Alimentemos el fuego,
avivemos esa llama
que ha de alumbrarnos la senda
que surcaremos mañana
entre un jardín de violetas,
sin prisa pero sin pausa,
con paso sobrio y seguro
hasta el umbral de la casa.

Y allá al final del camino,
al despuntar la mañana,
cien campanas de oro puro
anuncian nuestra llegada.
¡Salid todos a su encuentro!
¿Acaso no veis quién marcha?
¡Cuánto sabías, Maestro!...
¡Es el Amor que pasa!​

 

Gran romance romántico para empezar. Espero que duren eternamente esos pensamientos. Un abrazo.