La tarde de la buena dicha

La tarde se durmió en su cuna,
horas pasaron vagabundas,
el alma y la pasión hambruna,
de hallarla para hacerla mía

El céfiro besó su piel desnuda
en tierno afán de suaves soplos,
el sol con áureas encendidas
del cenit, tibia caricia envía

sola en la arena en su ensueño,
el mar celoso de mi buena dicha
de hallarla y alcanzar mi sueño

pero la tarde fue mi confidente,
el destino valió su compromiso,
fue sellado con un beso ardiente

Rei Reyes
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Hermosa tarde esa que nos muestras amigo Regis. Siempre es un placer encontrarse con buena poesía y sin duda la suya lo es.
Mi enhorabuena.
Un fuerte abrazo desde los cielos poéticos de este halcón.

 

que todas esas tardes sean magia, saludos amigo rei