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La última esperanza

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Antonio del Olmo, 7 de Septiembre de 2017. Respuestas: 2 | Visitas: 750

  1. Antonio del Olmo

    Antonio del Olmo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    LA ÚLTIMA ESPERANZA




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    El enfermo terminal estaba en la habitación del hospital, contemplando desde la ventana a los niños que jugaban en el parque, como hacía todos los días. En ese momento entró el médico del Instituto de Investigación.

    Buenos tardes. Tengo que darte una buena noticia: hemos descubierto el antiviral que cura tu infección. Ya está comprobado en el cultivo. Gracias a tu colaboración en todos los experimentos podemos erradicar esta infección. ¡Salvaremos muchas vidas!

    El enfermo sonrió y frunció el ceño al mismo tiempo. Se alegró del descubrimiento, pero sabía que no llegaba a tiempo para él. La infección había producido daños irreversibles en sus órganos vitales. No podría vivir más de cuatro días.

    Me alegro mucho, aunque para mí es demasiado tarde.

    El médico no puedo evitar la mentira piadosa:

    No te rindas, amigo. Todavía te queda mucha cuerda. Eres muy joven, tienes 25 años, y podrás resistir el tratamiento – dijo mientras le daba unas palmadas en la espalda – Dentro de 20 días te inyectaremos el antiviral. Nos veremos mañana. Hasta pronto.

    - Hasta mañana. Gracias por los ánimos que me has dado.

    Cuando se marchó el médico, el enfermo continuó mirando al parque desde la ventana. Se fijó en un abuelo que columpiaba a su nieto, un niño de dos años. El chirrido del columpio se parecía al canto de los pájaros que revoloteaban en el árbol de al lado, donde todavía quedaba un nido vacío desde la primavera anterior. Ya empezaban a brotar las primeras hojas verdes en las ramas superiores.

    Se reconfortó recordando las palabras del médico. La enfermedad terminal le había enseñado a superar su egoísmo, así podía disfrutar con la alegría de los demás. Pensó que la enfermedad no había sido inútil: gracias a su contribución en la investigación podrían vivir muchas personas, como el niño y el abuelo que estaba viendo en ese momento. Sintió que los dos estaban disfrutando a tope, sobre todo el niño, que en ese momento no tenía otra preocupación que no fuese balancearse cada vez más alto, igual que si volase.

    Entonces entró la enfermera para dejar en la mesilla el somnífero que él tomaba todas las noches.

    Que pase buena noche – dijo ella maquinalmente, como si fuese la grabación de un contestador automático.

    Gracias. Buenas noches. – respondió él desde la ventana, sin girar para mirarla, porque no quería interrumpir sus observaciones en el parque.

    El abuelo bajó a su nieto del columpio y le agarró de una mano, pero el niño lloró y agarró el sillín del columpio con la otra mano. Estaba claro que quería seguir jugando. El abuelo retiró cuidadosamente la mano de nieto que sujetaba el columpio, le dio un beso y se marchó con él en brazos. El columpio vacío siguió balanceándose levemente cuando el niño soltó el sillín, reduciendo lentamente sus oscilaciones hasta que se paró, como el péndulo de un reloj que ha agotado su cuerda.

    El enfermo contempló las nubes que el sol pintaba de naranja durante el ocaso y se acostó cuando aparecieron las primeras estrellas. Esa noche se olvidó de tomar el somnífero; aunque no fue necesario, durmió placidamente. Soñó que él era el abuelo que había visto esa tarde, después sintió que él era el nieto, y al final se identificó con todos los seres vivos que conocía. Todo lo que imaginó durante el sueño le resultó muy real, más real que lo que percibía cuando estaba despierto. Murió cuatro días después, poco antes del ocaso, mientras el abuelo columpiaba a su nieto.
     
    #1
    Última modificación: 17 de Enero de 2018
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  2. Mariposa Negra *

    Mariposa Negra * Invitado

    Hermoso relato Antonio, la vida y la muerte están siempre de la mano, pasan una frente a la otra y a veces hacen las pases, a veces nosotros también llegamos a entenderlas y respetarlas como complemento ineludible de la existencia, dice el poema de Jaime Sabines "la muerte existe, para que la vida, no tú, ni yo, sino la vida sea para siempre", somos pequeños engranes que hacen funcionar esta máquina de la vida que se renueva constantemente, al final sí dejamos algo bueno a los demás, nuestro paso por la vida no fue en vano, un enorme placer leerte, besos.
     
    #2
    Última modificación por un moderador: 25 de Septiembre de 2017
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  3. Antonio del Olmo

    Antonio del Olmo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias por tu acertado comentario. Efectivamente, la vida se renueva en cada ser que nace y continúa, mas allá de la muerte, en todo lo que amamos, puesto que somos todo lo que amamos.

    Un abrazo cordial.
     
    #3

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