La utilidad y los objetos

La utilidad y los objetos



Es fácil darse cuenta, cuando se visita por primera vez el paraíso, que la vista en aquel pintoresco lugar dificilmente puede perderse; todo, en el paraíso, es útil para refrescar la vista o relajarse un rato. Pero en una casa sucede lo contrario; en una casa existen siempre lugares obsoletos, desvalorados, e incluso, en algunos casos ignotos; con el tiempo estos lugares se llenan de telarañas o baratas paseándose en el suelo. A veces, estos lugares guardan objetos antiguos; pueden ser tesoros hallados por un abuelo o pariente lejano, juguetes, joyas que han perdido valor comercial y otras utilidades que ganan o pierden valor según el hombre que las mira. En los armarios (también llamados calabozos) habitan ratones, insectos y otros bichos raros; pocas veces los objetos guardados allí tienen el privilegio de ser vistos por la familia que habita la casa que aguarda el armario donde éstos objetos (útiles o inútiles) esperan ser vistos por alguien de la familia. A veces, en su afán de ser vistos, se empujan unos a otros para causar ruidos que llamen la atención de la persona que pasa cerca de ellos y no se detiene a observarlos. Muchas veces, se acerca el más pequeño de la familia y se pregunta al ver éstos objetos, si son capaces de sentir amor. También él, en su curiosidad e inocencia, ha separado los objetos que él considera útiles para jugar, de los objetos que dejará inutilizables al menos un tiempo. Por supuesto, el pequeño niño no tiene idea de la trascendencia de su acción entre los objetos: los objetos útiles alardean, bromean e incluso juegan a especular su próximo destino. Los inútiles, sin embargo, se resignan a su inutilidad; muchos de ellos, esperan en su calabozo hasta que alguien llega y los coge; otros, viven escondidos bajo el polvo, con el anhelo de algún día, tal vez, llegar a ser útiles. Los más ínfimos se vuelven locos y creen ser útiles; pero la realidad es que sólo sirven como guarida de arañas y otros insectos raros. El niño, por su parte, seguirá siendo un objeto en el calabozo, y a su vez, la sempiterna y siempre provechosa utilidad de los objetos.