La vida misma.

Un fragmento en la determinación

un eterno momento,

llevó consigo la esencia

de un puntito en el tiempo.


Que el sueño sentía

la lluvia recordada,

y el rostro, el cortejo de la bruma

soplada

por el tiempo.


Del recoger

de las veloces olas,

su trino me habla

pronuncia y grita,

carcome y embriaga.


Me muevo al pensar,

camino al sentir

las olas,

una llamada,

una voz conocida,

tropiezo en mi mirada.


Un fragmento,

¿la esencia?

La vida misma.


Estoy loco, pienso,

camino y río a carcajadas.

La luna mece la bahía.

Revuelve el viento

las piedras, el helecho,

las algas y la madera carcomida.


¿Hay destino en la vida,

sueños en la soledad,

recuerdos que serán?

La vida misma.


Camino, veo, pienso,

siento, estoy aquí y más allá.


No queda mucho de viaje,

el retorno,

dos horas en total.


No es tanto, me dice,

y agacha la sonrisa,

levanta la mirada.


Dos horas de estar lejos,

dos ojos que cambian.


¿Cuántos somos

conversando?

¿Cuántos de ellos

están riendo?