1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Largo Paseo Por La Calle Andrassy

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por junco, 29 de Agosto de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 441

  1. junco

    junco Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    25 de Julio de 2008
    Mensajes:
    216
    Me gusta recibidos:
    8

    LARGO PASEO POR LA CALLE ANDRASSY

    Largo, interminable recorrido por la calle Andrassy,

    de manos de la lluvia simplona que parece tener miedo

    a, de repente, arruinar el negocio de los compatriotas

    que con tanto esmero han colocado sus mesas en la calle.

    Atravesamos, no sin un sentimiento de escalofrío,

    el polémico museo del horror en cuya puerta

    un hombre viejo espera no se sabe bien qué;

    tal vez el viejo sólo espera, sin más, convencido

    de que ya no le queda nada nuevo por ver

    y es por eso que saca un pitillo con parsimonia,

    lo enciende y se distrae contemplando el humo

    como si ya la vida tuviera que ver más con las volutas

    que se consumen mientras ascienden y luego nada,

    como si él ya de horrores habidos y por haber

    lo conociera todo y en todas sus variables.

    Nos adelanta, apresurada, una joven muchacha

    que posiblemente vaya camino de una apurada cita

    con un turista hispano que conoció en una discoteca.

    (Las muchachas del este dicen que los hispanos son alegres,

    apasionados y algo celosos, pero quizás a ella esto último

    no le importe gran cosa si, como presume, el muchacho es sensible).

    La muchacha no puede simular que entre sus genes

    priman y sobresalen los rasgos asiáticos del viejo Atila.

    No es que le importe demasiado: es así y eso es todo,

    porque qué es la vida sino una mezcla de genes invasores

    que luchan con denuedo por respirar después de la amalgama.

    A la muchacha le asaltan los pensamientos lujuriosos y sonríe,

    después se pone seria como si algún extraño pudiera adivinar

    lo que ella piensa y mira desconcertada hacia ambos lados de la calle.

    La lluvia finalmente no se ha animado, como si pensara que, después de todo,

    hoy no era su día y, además no estaba bien arruinar el negocio

    a los compatriotas que situaban las mesas con denuedo al borde de la calle.

    Allá arriba destaca con orgullo la estatua del obispo

    que, según cuentan, cayó desde los cielos metido en un tonel

    y acabó destrozado en las sorprendidas aguas del Danubio.

    Alcanzamos por fin nuestro destino: el remozado zoológico de Pest

    en el que apenas entrar comprobamos la misma cara de hastío

    de los gorilas que ya hemos observado en otros parques.

    Es como si al constatar nuestro ademán mecánico

    de ir a pulsar entusiasmados el botón de la cámara digital

    nos estuvieran recordando que por muy poco

    no somos nosotros los habitantes de la jaula,

    o peor aún, como si estuvieran convencidos

    de que, según se mire, los enjaulados somos también nosotros,

    sólo que hemos ido perdiendo la conciencia de clase.
     
    #1

Comparte esta página