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las autoridades populares

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por Melquiades San Juan, 21 de Febrero de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 2157

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    El convoy combinado con personal del ejercito-marina, fuerzas policíacas municipales, estatales y federales avanza lentamente por las elegantes avenidas de la plaza turística. Impacta por su tamaño, por el armamento y equipo con que se ha dotado a cada uno de sus integrantes. Su paso por la moderna avenida provoca congestionamientos viales. La gente se siente segura cuando circula a su lado. De vez en cuando aparecen vehículos con personas dotadas de vídeo cámaras, cámaras fotográficas para tomar imágenes y vídeos breves, propios para subir en los espacios mediáticos on line. El Estado muestra su rostro comprometido ante las pantallas que difunden sus estrategias. El convoy se ve bonito. Cualquiera diría que más que un desafío es un espantapájaros moderno que suple la ineficiencia operativa con la habilidad publicitaria, cara pero cumplidora.

    Los autos avanzan y el convoy queda atrás. Funciona como los trenecitos para niños que a menudo se ven en los jardines públicos, les falta la música para tener más similitudes con estos. Todo mundo sabe que llegando a la glorieta X dan la vuelta hacia el otro punto limítrofe de su recorrido: el cruce Y. Ese es su trayecto de todos los días. Ah, pero no es uno solo. Son cuatro grupos de vehículos con personal armado que hacen el recorrido tal como lo hacen los autobuses del transporte publico. Diario, las 24 horas del día.

    Lejos de ahí, en las zonas populares, los mafiosos hacen de las suyas con los habitantes de las zonas sub urbanas. Se roban hasta los tinacos. Secuestran a las jovencitas de buen ver, lo hacen hasta con niñas, el mercado que abre el turismo sexual de famoso puerto es un gran negocio. La gente llama a las líneas telefónicas para pedir protección, para denunciar y la ayuda no llega, están en el convoy o han salido a atender una emergencia en otro sitio. Queda callar si se aprecia la vida, llorar y callar. Pero no todos tienen la pasividad para callar, muchos gritan, reclaman, se enfrentan... ahí están las tumbas que dan lúgubre testimonio de sus justicieros impulsos. De qué sirven las pocas detenciones logradas si la amenaza a los jueces logra lo que las leyes no: libertad para los mafiosos, libertad para no morir baleado, libertad a cambio de grandes fortunas en un sistema de justicia que todo lo valora en pesos metálicos: oro o plomo.

    Surge lo único que queda: la sociedad pueblerina, menos mansa que la citadina, decide hacer lo que un sistema impotente y corrupto no puede: poner orden. Hacer justicia rápida y eficiente. Los delincuentes están ahí, todo mundo sabe quienes son, los ve cometer sus actos delictivos todos los días, conoce sus hábitos, sus alianzas. No los denuncia porque sabe cuales son los resultados de la denuncia y las consecuencias de ser valiente al denunciar. Policias y jueces están coludidos, a sueldo para dar informes sobre esos locos valientes que aún creen que por el camino burocrático de los juzgados vive esa ciega llamada justicia.

    Se arman y se esbozan. Surge la policía autónoma y popular. Son decenas, sino es que cientos de ciudadanos hartos de tanta corrupción en las instituciones encargadas de hacer algo. Las primeras aprehensiones suceden, son eficientes, saben bien a quiénes y por quienes ir.
    Los medios cuestionan a los gobiernos, es una forma de aumentar las tarifas del silencio. La ley de la selva lle llaman a la acción popular cansada de tanta corrupción e ineficiencia.
    El ejemplo cunde en otras latitudes de inmediato, la gente se arma y constituyen sus propias autoridades ciudadanas, ajenas a las del Estado corrompido e ineficiente. Lo que realmente puede contener el peligroso avance de los cárteles de la delincuencia se está gestando. Tantas plumas mercenarias cuestionan como es su hábito. El Estado teme. Cuando la sociedad toma la vía de las armas, las estructuras de las instituciones corruptas corren riesgos. Peligran los grandes sueldos, las ganancias incomparables que prohijan los puestos públicos. Es complejo para los vividores del poder público esta situación. Hay pueblo harto de tanta porquería y están armados. Por ahora los cañones de las armas apuntan a otros objetivos, se requiere tacto y suspicacia, dones demagógicos especiales para que las cosas sigan como están hasta ahora.

    Los medios hacen su trabajo ponderando las vías de una ley que no funciona y unas autoridades, además de incapaces, cooptadas, metidas en el fango.

    Es esa la visión que se hace presente hoy en día. Estamos contemplando las primeras acciones de una sociedad harta, lastimada, ofendida y desesperanzada ante un Estado putrefacto, más interesado en las aspiraciones de sus operadores y los que tras ellos están. La historia se está reescribiendo, ya vendrán las imágenes y los hechos.
     
    #1

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