1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Las Estrellitas de mi Bebé

Tema en 'Fantásticos, terror, ciencia ficción...' comenzado por jd_garavito, 26 de Enero de 2008. Respuestas: 2 | Visitas: 2240

  1. jd_garavito

    jd_garavito Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    25 de Enero de 2008
    Mensajes:
    1.832
    Me gusta recibidos:
    11
    Presta atención mi bebita,
    Mi burusita, mi niña, mi cuchuflí,
    Mi angelito caído del cielo,
    Mi princesa, mi amor, mi chiquita flor de alhelí

    Noche a noche,
    mi mente se eleva en paseo,
    en un profundo deseo,
    a recorrer mil senderos,
    sin tener en cuenta linderos,
    a surcar el firmamento,
    para cazar algún cuento,
    en busca tal vez de una historia,
    que ilumine mi memoria,
    y regresar bien cargado,
    con estrellitas y lunas,
    Ojalá con mil soles,
    A recostarme en tu cama,
    y contarte todito,
    lo que te he traído solito,
    tan solo para ti.

    No me cierres ya los ojitos,
    Antes que empiece a contarte
    Lo que te tengo esta noche
    Que seguro me pegas el sueño,
    Y ni el uno ni el otro,
    Escuchará ni tu el cuento,
    Ni yo contaré lo que cuento.

    Hoy te cuento este cuento,
    que te cuento es un cuento,
    que me tiene contento,
    que aunque no es un portento,
    te va a gustar, no te miento.

    Estaba yo entre las nubes,
    Ya sabes,
    Buscando como siempre tu cuento,
    Aunque entrada la noche,
    Estaba tan claro clarito
    Con tantos luceros,
    Y estrellas muy grandes
    y estrellitas chiquitas,
    colgando unas allá, otras aquí,
    ¡pensé! que esta noche,
    quizá mejor que otro cuento,
    porque no una estrellita
    llevártela a ti,
    total, con tantos luceros,
    allá arriba en el cielo,
    uno mas, uno menos,
    no se iba a notar…
    Sería chiquitica,
    Para ti una estrellita,
    La que yo iba a cortar,
    Sencilla, bonita,
    La mas muy blanquita,
    O azul, doradita
    Tal vez rosadita,
    Aun no podía decidir,

    La tomaría de una Osa,
    La mayor o la chica,
    O tal vez de una Orión,
    De Andrómeda sería la mejor,
    Tal vez el Pegaso
    Acuario o Centauro,
    Cada una me parecía soñar.

    Corría como desquiciado,
    De un sitio hasta el otro,
    Esperando que el tiempo,
    No me fuera a traicionar,
    Pues eran tantas y tantas estrellas,
    Que a cada una no las pude nombrar,
    Pero todas, toditas, toditas,
    Tan bellas, tan lindas,
    Cada una más bella que aquella,
    Que a la suerte la quise tomar…
    Cerré bien, bien,
    más que bien estos ojos,
    Y muchas, muchísimas vueltas
    Me hice girar…
    - Me detendré en cualquier lado,
    Estiraré en par mis brazos,
    Pelare bien los ojos. –
    Ese fue mi pensar,
    - Y la que me encuentre de frente,
    Con esa me quedaré.-
    Así pues, me detuve,
    Estire bien, bien mis manos,

    Ahhhhhhhh!!!

    - ¿Qué haces, no vez lo que haces?-
    oí sendo grito
    Que retumbo en mis oídos
    Que tímpanos, estribo y martillo,
    Pegaron un brinco,
    De susto, de espanto, ¡que brinco!
    Allí estaba ella,
    Creí yo que era ella,
    Igual ella o él,
    Tan, tan muy al frente,
    Casi encima de mi…
    Su frente arrugada,
    Frunciendo su seño,
    Con grandes ojeras,
    Bajo sus ojos grandotes,
    Sin un solo pelo,
    sin cejas, ni lentes
    mirando silente,
    y no muy contenta,
    su faz blanca inerte,
    toda todita, tan muy, muy redonda,
    con tal esa mirada,
    que esperé me comiera,
    o al menos mordiera,
    con esos dientotes,
    que salían grandototes
    de esa grande bocota,
    que ya había gritado,
    al yo haberla tocado…

    Segundos pasaron,
    Tal vez fueron años,
    O siglos, o un rayo,
    No se pues, de tamaño
    Mi espanto,
    que vino mi llanto
    esperando el momento,
    que llegue el tormento,
    de aquel animal….

    Esperando
    Cerré ya mis ojos,
    Esperando el final,
    Lloré, lloré por mi niña
    Pues ya mas ni nunca
    La volvería a mirar

    Silencio,
    Se oyó fuerte y duro,
    Un grande silencio,
    Yo creo que en la humanidad,
    Esperando,
    Esperando, esperando,
    En aquel mismo instante,
    El desenlace final.

    -¿Qué haces tu aquí?
    ¿no entiendo que tienes?
    Acaso, acaso tú crees
    Que te voy a comer,
    O a golpear, o asustarte,
    No soy, si tú crees,
    un maleante, un caníbal.
    ¡Levántate ya!-
    Me dijo, mirándome fijo,
    Aquel ser blanquecino,
    Al verme pálido y llorar.
    -Si grité,
    me disculpas, lo siento,
    Fue que un santiamento,
    Y en un solo intento,
    Si estar yo despierto,
    Mas bien soñando contento
    Que me estaba metiendo,
    A la mar de la felicidad,
    Y empezando mi baño,
    Me clavaste tus dedos,
    En mis ojos, tus dedos,
    Muy, muy fuerte, tus dedos,
    Que pensé que me iban a explotar;
    Y que playa, que baño, que nada,
    No sabía nada, nada,
    De donde ni cuando me fui despertar,
    Y gritando te dije:
    - ¿Qué haces, no vez lo que haces?-
    Porque tu eras el que mi iba a matar,

    Pero tranquilo,
    Tranquiliza mi amigo,
    Que no soy ningún monstruo o verdugo,
    Que con sus fauces te vine a tragar

    Más bien soy tu amigo,
    Levanta, levanta tu cara,
    Ten calma,
    Y ven,
    Vamos a hablar.-

    Lentamente,
    Me atreví a levantar la cabeza,
    Que momentos atrás,
    Ya creí que perdía.
    Abrí mis ojos,
    Y levanté la mirada,
    Y aquel monstruo fiero,
    Feroz de hacía un rato,
    Me mostraba sus dientes,
    Ahora en sonrisa tan tierna,
    Quizá se arrepiente,
    De haberme asustado.

    - ¿Y tu quien eres.?-
    Con voz aun quebrantosa,
    Me atreví a preguntar.

    - ¿no sabes quien o que soy?
    Je, je, je. –
    replicó con sonrisa mas grande.
    - mírame, mírame bien,
    Tan grande, tan grande, tan grande,
    Tan blanca y redonda,
    Con cráteres, lagos y mares,
    Pendiendo en la inmensidad.
    Le cubro las guardias, al mas grande,
    Cuando se va a descansar,
    Le doy a los hombres menguante,
    También el creciente,
    Y aúllan los lobos, si me llena,
    Y a veces también soy la nueva.

    - Entiendo, disculpe, señora luna-
    Le dije, con pena de haberla desconocido,
    Pues era tan evidente.

    -Descuida mi tan bello amigo-
    Continuó con su grueso tono agradable,
    Aquella la blanca señora,
    La luna del cielo,
    Ahora, tan bien, a mi lado,
    Y esto no, no era un sueño,
    Yo estaba en la realidad.

    Y hablamos de tantas
    De tantas mil cosas,
    Que yo preguntaba,
    Y ella con gusto,
    De madre explicaba.

    Me comentó del espacio,
    De luces fugaces,
    Cometas y estrellas,
    Galaxias, planetas
    También hoyos negros,
    Constelaciones, Meteoritos, y Astros,
    Me explico de Cinturón de Asteroides
    Orbitas Celestes
    Del Cosmos todito,
    Y mil otras cosas mas…

    Yo le hablé de mis hijas tan bellas,
    Rayitos de ella,
    Mis reinas celestes,
    La luz de mis ojos,
    Sabor de mi vida,
    Allá abajo en mi hogar,

    Le conté mi periplo nocturno,
    Que ya noche a noche,
    Por este cielo y los otros,
    Me llevaba a viajar,
    A pescar mil sorpresas,
    A cazar algún cuento,
    O robar una historia,
    Que llevar a contar,
    A mis niñas,
    Mis ángeles niñas,
    Cuando se van a acostar,
    Y que el sueño,
    Mi amigo ese sueño,
    Se quede con ellas,
    Para yo, al fin con su madre,
    Irme a descansar….
    A contar a contar ovejitas,
    Tranquilo,
    Pues las bebas
    Bebitas mis bebas,
    Ya han de empezar a soñar.

    Le conté también, de mi loca odisea,
    en aquella mismísima noche,
    No era un cuento, tampoco una historia,
    Que una estrella, de entre todas, la más bella de ellas,
    Pretendía cortar,
    Y en el embeleso de aquel gran antojo,
    Bien justo, en el par de sus ojos
    con toditos mis dedos, allí fui a parar,
    y es por eso que disculpo su enojo,
    no se de que otra manera,
    hubiera podido reaccionar.

    - Esta bien, esta bien, mi querido amigo-
    Me detuvo el discurso,
    ahora con voz mas suave y dulce,
    y con tierna mirada,
    profundos sus ojos,
    sonrisa estirada,
    con gesto de admiración,
    tal vez conmovido,
    movía su gran cabezota,
    en un movimiento te aprobación.

    -No está permitido, y es preciso lo sepas,
    Que en este jardín sideral,
    Nadie corte ni estrellas, ni astros, ni nubes, ni prendas,
    O cualquier maravilla de las que penden aquí.
    Mas oyendo tus nobles deseos,
    Sentimientos profundos,
    Y hermosas razones,
    He decidido presentarte un obsequio,
    Y entretanto, escondiendo sus manos,
    Como jugando contenta,
    Como mago que prepara algún truco,
    Sacó de repente,
    Un pequeño y sencillo saquito,
    De tela muy suave,
    de azul oscurito,
    con bordes dorado y plateados,
    y un cordón con los hilos de oro,
    delicados de oro, la bolsita amarraba.

    Lenta y cuidadosamente,
    Estiraba los hilos,
    Mientras yo le miraba pendiente,
    Con bastante sigilo,
    Esperando de forma inquietante
    La sorpresa emergente,
    Que me había prometido.

    Una vez,
    ya habiendo abierto el saquito,
    Con su mano derecha,
    Lo inclina hacia la otra,
    que ya tiene abierta la palma,
    esperando que salga,
    lo que esta contenido adentro.

    Vía caer como polvo de arena,
    No se si sentí tal vez pena,
    De pensar sin sentido aquel manojo
    Por un instante sentí hasta un enojo

    Fue de pronto que tal puñado de arena,
    Tomara brillo, y un gran resplandor

    Y extendiendo su gran mano
    Con el movimiento del que en la tierra algo siembra
    Esparció frente a mí aquella arena,

    Cerré los ojos por solo un momento,
    Y no sentí nada siquiera,
    Pero al abrir contemplé tal escena,
    Que mi corazón palpito si querellas,
    Al sentirme en un rocío de miles estrellas
    En una lluvia de cientos figuras,
    En arco iris sin fin de colores,

    - Este es mi regalo,
    Mi humilde presente,
    Para tus siempre angelitos,
    A esta hora durmientes-
    Me decía aun más dulce que antes,
    aquella Luna, lunita, lunera,
    ahora tan romántica,
    ahora tan creciente.
    - Es polvo de estrellas,
    Como también lo son ellas,
    Es un polvo mágico de estrellas.
    Ya no tendrás que repetir tu periplo,
    Como hasta hoy cada noche que cuentas,
    Pues este magnifico polvo,
    Tiene imaginación y creatividad.
    Al llegar siempre la noche,
    Y a la hora de acostar,
    Tomaras el saquito,
    Pon en tu mano un poquito,
    Lánzalo al aire,
    Y sopla un suspiro,
    Cuantas veces lo quieras,
    en todos los sitios que quieras,
    donde uno, o donde cien angelitos,
    Pues jamás su contenido se agotará,
    Veras como se duermen de un tiro.
    Soñarán con los dioses,
    Con princesas y reinos,
    Con la bella durmiente,
    O las sandalias de cristal,
    Tal vez Blanca Nieves,
    O con un osito polar,
    Tal vez el principito,
    O que Ícaro se las lleva a volar,
    Otro día con el Mago de Oz,
    Se convertirán en Alicia,
    Quizás, En Hansel y Gretel
    Descubrirán sus madrinas las hadas
    Jugaran en el bosque,
    Y sus deseos se cumplirán,

    Y ya, terminada la noche,
    Aquel polvo dorado,
    Regresará a este talego
    Por un arte de magia tan solo,
    Que dejarás en tu mesita de noche,
    Y por la mañanita,
    La guardaras en secreto,
    Hasta otra vez en la noche-

    -Pero mira-
    Se detuvo tajante, y me dijo enseguida-
    Mi amigo,
    creo que es hora que bajes,
    que se te hace algo tarde,
    y allá en aquella tu casa,
    -señalando a la tierra, con su grandes manotas-
    Te deben estar esperando,
    para descansar,
    si es que acaso,
    por lo tarde del caso,
    ya estarán de roncar.

    -Tienes razón, te agradezco una y mil cosas,
    Y aun otras mil cosas más-
    Le dije mientras empezaba a partir.

    Nos despedimos muy rápidamente,
    Pues ya era evidente,
    Que el tiempo silente,
    Me quería cobrar…

    Bajé de aquel sitio bendito,
    Con tan gran alegría,
    Como Juanito de la habichuela gigante,
    Con la gallina y el arpa sus manos,
    Misma tal mi emoción
    con el saquito en mi palma,
    lleno de ese polvo de ensoñación.

    Llegué sigiloso a mi casa,
    Y los hallé a toditos dormidos,
    Solo quise probar mi tesoro,
    Y soltando aquel lasito de oro,
    Solo un dedal me basto simplemente,
    Para rociarle a cada uno en la frente
    Un puntito de ese polvo celeste,
    Y al momento brotaron sonrisas,
    Sonrisas, sonrisas profundas,
    Que inundaron de la casa el ambiente.
    De estrellas y soles,
    De miles colores,
    Y aquella magnifica noche,
    Como todas las otras,
    Que luego siguieron,
    Con hadas, con duendes,
    Con magos y reyes,
    Pudieron soñar.
    A partir desde entonces mis cuentos,
    No tienen linderos,
    Y la realidad se confunde en tu sueño,
    En mi sueño princesa,
    Ahí descubrí,
    Que eres tú esa gran fantasía,
    Mi gran realidad.
    Mi Princesa, Mi maravillosa Hada,
    Mi duendecito travieso,
    Mi Reina y mi Sol.

    Presta atención mi bebita,
    Mi burusita, mi niña, mi cuchuflí,
    Mi angelito caído del cielo,
    Mi princesa, primor, mi chiquita flor de alhelí

    Cierra tus ojitos bebita,
    Que yo aquí junto a ellos,
    Tus bellos ojitos
    También voy a dormir
     
    #1
  2. Ricardo R. Ruiz

    Ricardo R. Ruiz Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    4 de Diciembre de 2007
    Mensajes:
    3.715
    Me gusta recibidos:
    437



    un poema para la posteridad! estoy seguro que esa bebe se lo leera a sus hijos en el futuro! RRR
     
    #2
  3. jd_garavito

    jd_garavito Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    25 de Enero de 2008
    Mensajes:
    1.832
    Me gusta recibidos:
    11
    Gracias por tus palabras...!!!
    Sería bello y regosijante eso
    y espero que así sea...!
    Un abrazo!!!!
     
    #3

Comparte esta página