Las horas matan

Una extraña quietud de piedra

aplasta en la sombras el sueño

que a tientas busca la luz del alba.


Afuera un resplandor desnudo

se agolpa en las ventanas,

se cuela por las hendijas…


Irrumpe en las entrañas

adormecidas de esta noche y la devora.


El horror de la mañana ha abierto sus ojos…

Otra vez se asoman las urbes con sus marítimos bullicios.



El peregrino escamoteo de la vida ulula en el asfalto reseco.


Enormes charcos de sombras

inundan las plazas, y vagabundos nubarrones

se pasen sobre nauseabundas sierpes.


Afuera están las hordas de letales horas vencidas,

cuajadas en la acritud del incierto,

infectadas de soledades y de hastío.


Mi ventana es una puerta…

Una cláusula…

Una exclusa…

Hacia ese universo,

un inverso sepulcro sin sombras

donde los muertos vomitan sus miserias a todas horas…


Otra mañana…

Otras muertes…

Otros despertares en otros tiempos

de promesas vertidas en la cloaca.


Otro espejo de este mundo de bondades dormidas,

de somnolientos esfuerzos.


Escapo a su influjo asesino

aferrándome a mis sueños,

naufragando en la noche;

esta noche… hoy



Y siempre.



FEDE 02/11/2012