Las lunas de mi padre

He encontrado el tesoro, sus huellas
son de las migajas de panes, de cuellos
entrometidos, en el día en que esto
pare habrá que extirpar ese tesoro.

Cuando amanece en el silencio mi cuerpo,
las otras personas me miran sueltas
rodeadas de su espíritu, hay madres
caprichudas, rutas del amor perdido.

El precio que las huellas hayan visto en mi espejo
es luminoso y su tregua vende al rotundo préstamo,
al indigente sin cabañas, parado en un árbol
sometiendo ese sudor a las antiguas biblias.

Él recoge mi cuerpo y su cuerpo pide paz,
a pedir o seguir pidiendo, mi alrededor se hace
claro como la noche y mis ojos… dulces con su néctar
van vaciando el agua sobre las hojas. El vapor se hizo fuerte.