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Las orejas mollejas II

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por riumar, 27 de Diciembre de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 239

  1. riumar

    riumar Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    30 de Agosto de 2016
    Mensajes:
    57
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    13
    Género:
    Hombre
    Con las orejas mollejas, santo cielo,
    no entiendo yo eso del viejo verde,
    porque si aún no viejo tampoco verde.
    ¿Pero nada de nada verde?
    la líbido bajo los suelos de repente.
    Y dicen de la mujer la menopausia
    y, en mi caso, cielo santo, santo cielo,
    siendo aún hombre de buen ver,
    sin las orejas mollejas y bien guapo,
    -aún me duele la cara de ser tan guapo,
    al estilo de ese Tom cruisse, por ejemplo,
    pero no tanto-
    nada de líbido. ¿Eso qué es, la líbido?
    Si de joven ya gripaba el motor
    a veces por falta de calor, como
    esos de la renault, era porque nunca
    fuí un fogoso machote, no.
    Tampoco es que el motor fallara
    porque la renault es la renault,
    Pero eso de ser casi un cinquentón
    pasa una tremenda factura no ya a mí
    sino a mi pobre amante que se queda
    a veces más que menos a media vela.
    Hay hombres que su pasión es tanta
    que enciende y agota toda la lava, se calienta tanto
    que no queda ya nada para hacer arder
    el otro fuego, el fuego lascivo del bajo vientre.
    Ese que te deja como un gato con ojos de plato
    sin sentidos ni razón siquiera.
    Por ejemplo: En la piscina del patio, de tan sensual,
    esparce sus pechos al viento a ver si
    reacciono un poco, vamos, una indirecta
    directa que le sirve de bien poco. Pobrecita,
    está que se sale de guapa y de buena.
    El caso es que sí que le daría un mordisco
    allá dónde fuera, soy un hombre vulgar y cualquiera.
    Yo le regalo arrumacos y versos y pantomimas,
    en cambio, por la puerta trasera que da a la acequia,
    siempre se asoman los viejos verdes, los de siempre,
    el tiempo justo hasta que in fraganti los descubre.
    Entonces, con disimulo, esparcen al viento su libidinoso
    instrumento y silban, y cantan y orinan en el margen
    lleno de hierbas y flores aromáticas.
    Esos de las orejas mollejas que los envidio tanto
    no por sus orejas mollejas sino por viejos verdes,
    porque de tan fogosos copulan y orinan en un mismo acto,
    por su perpetua líbido explosiva y exultante.
    Pero es curioso, nunca me dejó una amante
    por tan poca cosa. O es una gran cosa para ellas
    y nunca llegué a conocerlas porque no se acercaron
    al verme tan tenue y frío; como los bobos ensimismados
    en estrellas y planetas lejanos.
    Los bobos aún no aprendieron que la mujer es un tesoro,
    que se la ama, se la quiere; se eterniza y se siente,
    se puede besar y también penetrar su inocencia, acaparar sus sentidos
    y degustar su esencia.
     
    #1
    Última modificación: 27 de Diciembre de 2016

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