Laudera de sueños

I

“Entre más amo a las personas, más odio tengo al amor”
Fue una de las frases que salen de un sueño,
Tierno y cálido como un beso,
Gélido y áspero como una lágrima de hielo.

Soy artesana, soy artista y creo poemas de amor para otros,
Soy un triste verso sobre la tinta de un amor pasajero,
Soy un pasaje melódico en la ópera de mi desgracia,
Soy una fina joya de madera y pegamento.

Sueño con amar al niño y al viejo,
probar las palabras que se recitan a diario,
disfrutar de la mirada de un padre a un hijo,
Sueño con tomar, a quien me ofrece ciegamente su mano.

Si siempre soñara, terminaría siendo una creadora de sueños;
Miro los ojos de quienes visitan mi taller,
Pues tienen la esperanza de alcanzar sus sueños,
Y me invitan a ser parte de ellos…

Pero sus voces se oyen mudas y solo gesticulan la boca,
Sus palabras no son nada para mí, solo son… palabras.
El mundo se vuelve más chico y grisáceo,
El mar tiñe sus aguas de negro.

Un día mis ciegas manos no podrán ver más allá que oscuridad,
Y el sonido del agua goteando me hace flotar en la tela de la soledad,
Derramo lágrimas sobre la madera del violín y recuerdo…
si, recuerdo un futuro que siempre llega para otros,
y para mí no hay nada más… que soledad.

II

Escucho la campana de mi taller,
Es una pequeña de 8 años con su guitarra,
De manos pequeñas y uñas rosadas,
Unos cachetes regordetes que hacen alusión a una pequeña avellana.

Con una voz aguda y chillante exclamó: arréglame mi guitarra, te pago…
Ofreciéndome así 5 monedas y una corcholata…
El invierno no hacía más que dañar la madera,
El frío atenuante de calor entraba por la puerta de enfrente.

La niña me recordó a un sueño,
Un sueño donde mi inocencia infantil creía en un paraje lleno de zarzamoras,
Donde un príncipe te llevaba en brazos y te rescataba de una bruja malvada,
Un sueño… donde tuve que destruir por el paso del tiempo.

Su guitarra no estaba rota, solo no se oía bien,
Dispuse a afinarla y cambiar una que otra cuerda,
La niña estaba absorta como trabajaba,
Como reparaba lo que para ella era su sueño.

Con un fuerte abrazo, dándome sus 5 monedas y corcholatas se retiró,
Y aquel invierno fue el más cálido de todos,
Hasta una mañana del 05 de enero,
Una mañana donde el sol parecía que había muerto.

El invierno sepultó un pueblo con su viento aullador,
La nieve congelaba los huesos,
El dolor del frío acrecentaba en el rostro
Y solo una melodía callaba a los perros.

III

Entró a mi pequeño taller una hermosa joven,
Una mujer donde mis recuerdos se volvían cálidos,
Mis lágrimas no dejaban de salir,
Y con alegría la acogí.

Mostrándome una guitarra me preguntó por su arreglo,
El olor de la madera a caoba y ébano salían de sus manos,
La suavidad del cuerpo y de las cuerdas caían en mi mesa,
El sonido se oía seco y estruendoso, la guitarra estaba muriendo.

I/III

Soy artesana, soy artista y creo poemas de amor para otros,
Esta guitarra pronto tendrá que ser reemplazada por otra,
Soy una fina joya de madera y pegamento,
Pronto su sonido morirá como yo con el algún día sucederá.

Un día mis ciegas manos no podrán ver más allá que oscuridad,
La guitarra puede recuperar su sonido glorioso,
Pero sus voces se oyen mudas y solo gesticulan la boca,
Pero pronto tendrás que comprar otra.

IV

Dispuse a arreglar la guitarra,
Saqué mi instrumental y ya con mis últimas fuerzas,
Busqué con desesperación el último sonido que escuché,
Buscaba con odio al amor, su última melodía concertada.

La joven se acercó y mencionó que la guitarra era especial,
Pues hace años la había traído y se había enamorado,
Un sonido suave y sencillo, una melodía con olor a madera,
Una guitarra que acompaña y permite equivocarse.

Tú eres mi creadora de sueños,
Tú eres la que siempre me acompañó,
Tú eres de quien siempre me enamoré,
Y nunca podría reemplazarte pues eres mi primer amor.

Diciendo esto solté lágrimas en la madera,
Salió el olor a caoba y ébano entre otros perfumes,
Salió un sonido suave,
salió la melodía que buscaba con recelo.

Soy artesana, soy artista y creo poemas de amor para otros,
Soy una fina joya de madera y pegamento.

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¡Qué maravilla!, es un poema lleno de imágenes tiernas, musicales de guitarras y madera con sus aromas. Para leer y volver a leer. Es una joya.
Un gusto leerte.
Luciana.