Lianas

Gloria Victis!



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Brisas de un infierno níveo, ​

De una absoluta ausencia, ​

De una albura que hace hervir la sangre​

Y lleva al corazón a un presto demencial.

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¿Dónde está mi buen amigo?​

Aquel que es como un fuego sajón,​

Aquel que no conoce la palabra traición.​

¡Ah, Mi amigo! El que nació y creció bajo nefasta sombra.

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Y me sacarán de las puertas de la cuidad.​

Yo, cual mendigo triste y desmedrado, desmedrado y poseído.​

Y que soy un licencioso, un perdido y un adunco.​

Y lo canto con vasto dolor porque son esos mis designios.

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¡Oh, dioses y noches profundas!​

Brisas de un infierno níveo…


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L. E. TORRES



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