Llueve en Morse

Llueve en este momento, intensamente.
La cúpula del paraguas es mi choza.
Escucho la hermosa percusión de las gotas-Morse
sobre el tejado, de mi paraguas tambor.
Unas gotas son puntos, como proyectiles de líquido.
Otras son rayas, como de repente, minicharcos.​

Yo, no entiendo el Morse, nunca me interesó.
Porque hasta hace poco tiempo, medía la utilidad.
Porque ¿qué utilidad tiene seguir el ritmo de las gotas?
La misma que soñar despierto:
puro placer, puro autogobierno.
La insensata intención de perder uno mismo, el tiempo.
​

Buscaré una App para mi teléfono móvil.
Una, que traduzca el lenguaje de los golpes y de los silencios.
Que deshaga el misterio de la lluvia en Morse
y convierta en palabras, los rápidos chapoteos.
Serán conversaciones dementes,
pero, apenas a los humanos entiendo.
​

Interpretar la lluvia, sus parlamentos,
a través de los magos-desarrolladores
de software para uso absurdo.
Será mi entretenimiento.
Si consiguiera descifrar esos goteos,
lo inútil, moriría.
​

Entonces… ¡qué ridículo invento!​