LLUVIA DE ABRIL

[center:480f4cd871]Dicen que vivimos en la época de la razón. Nuestra moderna sociedad atea venera como a un dios todo aquello que vomita su cerebro, pese a que más que ideas (si se me permite la observación) resultan a mi parecer grotescos “tropezones”. Somos el fruto de una amalgama ilustrada de teorías filosóficas que se remontan desde antiguo (véase Sófocles, Platón, Aristóteles, etc), pasando por Kant, Nietzsche… Un pastel vitalista, endulzado por una democracia demagoga, y sazonado con los vestigios de una forma de cristianismo hipócrita. A raíz de toda esta mezcla vivimos en una balsa de aceite mecida por mentiras. La más grande de ellas, eso que llaman “bienestar”.
¿A dónde quiero llegar con esta jerga insípida? Pues que paralelamente a todos estos condicionantes, ha existido otra forma de pensar. Un cristal distinto por el cual mirar al mundo. Ignorar a éste es el segundo gran error de la acomodada sociedad moderna (el primero fue pasar por alto a Schopenhauer). Se ha tratado de locura, como desvaríos de aquellos de imaginación exaltada. Se ha olvidado que en este mundo aún hay fenómenos que quedan por explicar. Sucesos que no pueden escudriñarse ni en un microscópico, ni en una tabla de valores. Ese miedo absurdo del hombre a aquello que no puede ver, el sinfín de hechos anómalos englobados en una denominación: lo oculto.
Mi relato gira en torno a uno de esos acontecimientos. Aquel lector que mire con los ojos entumecidos por un halo de polvo racionalista, encontrará mis palabras románticas y fantasiosas, muy lejos de constituir una verdad tangible. Sin embargo, no por ello voy a retraerme de describir los maravillosos prodigios de los que tengo conocimiento.
Todo comenzó una soleada tarde de Agosto, hace ya dos años. Yo, un joven pelinegro y enjuto de carnes topé con el ser más entrañable que hayan sostenido las manos de Dios. Una joven rubia, esbelta, hermosa… con dos brillantes esmeraldas en el rostro y un rubí palpitante en el pecho. Desde el primer momento quedé prendado por semejante belleza y supe que mis pasos habrían de encaminarme a ella; la protagonista de mi historia: la bella Abril.
Abril y yo compartíamos amenas conversaciones. Ella hablaba de muchos temas propios de su intelecto exaltado, y en la mayoría de las ocasiones yo guardaba silencio, dejando nadar a mis oídos en la música de sus palabras. En ése momento supe cómo debió sentirse el poeta, haciéndose discípulo de su adorada Morella*. Pero además de fascinación, mi alma rezumaba amor hacia Abril y, por una suerte del destino, ella llegó a amarme a mí también. Sí, me amaba. Nuestro deleite exquisito residía cada cual en el otro. Yo la adoraba a ella con esa pasión que relatan las “Prosas Profanas”#, un amor que rebasa todo conocimiento humano. Y ella… me adoraba a mí también.
Desde bien pronto que comencé a intimar con mi querida Abril, noté un extraño prodigio del cual reflexiono ahora y distingo claramente. Antes de nada, aclarar que los días de lluvia siempre han resultado mis favoritos, desde muy temprana edad. Pronto entenderán por qué hago esta referencia.
El amor produce muchos bienes y muchos males. Los segundos más abundantes que los primeros, sin duda, pero de mucha menor fuerza. Cuando el sentimiento es puro, sentido, otorga una calma y paz interior fascinante. En el corazón de Abril, infundía un tierno y sereno calor. Muchas veces yo miraba a sus ojos y percibía con el tacto dicho fenómeno, que tantas veces hizo preguntarme si era ella un ángel, y no la joven muchacha que creía tener delante. Seguidamente me di cuenta de que cada vez que ella mostraba cariño para conmigo o simplemente dirigía el pensamiento hacia la penumbra de mi visión y mi recuerdo, algo extraño pasaba.
Los cielos se encapotaban de tintes grisáceos, la oscuridad cubría al sol en su penumbra. Y muy lentamente, rompiendo el cadavérico silencio… caían las primeras gotas de lluvia. A medida que su corazón se caldeaba al son del cariño que sentía hacia mi, llovía con mayor intensidad. Y yo resultaba feliz.
Al principio no encontré ninguna anomalía en este comportamiento. No hallaba ningún tipo de conexión. Pero las cosas cambiaron después de un año de feliz relación con la dulce Abril. Su mente andaba colapsaba. En su infinita inmensidad comenzó a llenarse de venenos estremecedores. Dudas. Lamentos. Llanto. Un terrible cúmulo de macabras formaciones que en su grotesco andar fueron cubriendo mi lugar en el espíritu de ella. Es como aquel que talló la madera para un hermoso baúl. Lo decoró al gusto de los preciosistas barrocos. Y una vez terminado lo usó como lecho de telarañas para su difunta mujer. La comparación es burda e insípida. Pero en estos momentos no encuentro otra mejor.
Abril me abandonó. Mi sangre cayó sobre el suelo dibujando una parábola que escribía agonizante un nombre: el suyo; Abril. Mi ser fue sepultado en vida por un amor ingrato. Ingrato el amor. No ella. No mi preciosa Abril. No mi dulce Abril. No mi… querida flor de abril.
Desde entonces escribo en la distancia. Poca luz es necesaria para iluminar mi vista ante los ominosos esputos que expele mi pluma. Sólo tinieblas, marchita oscuridad. Pues son estos los manjares de los que se alimenta un hombre roto, enamorado de una visión fortuita. Un relámpago cuyo eco aún retumba del pasado. Pero en mi insana lobreguez llegué a ver con claridad la índole del mayor prodigio que envuelve a mi antigua amada. Su corazón. Cada vez que se caldeaba con el amor que tuvo hacia mí, se daba la misma circunstancia, que ahora (en retrospectiva) capto perfectamente.
Ha pasado un año desde nuestra fatal ruptura. Y yo continúo en mi particular sepulcro, mi destierro de los ojos de mi querida Abril. Más de uno pensará que estoy loco, que el desamor ha confundido mi mente, induciéndola a conclusiones que rallan el completo absurdo. Pero le invito a meditar. ¿Hace cuánto que no se ve llover en nuestro hogar patrio? ¿Hace cuánto que no llueve en esta absurda y decadente España? ¿No es ya prácticamente un año?


* “Morella”, Edgar Allan Poe.
# Ruben Darío.




Ayer por la mañana cayó durante un breve lapso de tiempo una fina carga lluviosa. Al escucharla golpear con suavidad sobre mi ventana no pude menos que sonreír.
Yo aún la quiero.[/center:480f4cd871]

 

Querido Raven, a pesar de tus pocos años (ya he leido todo lo que has escrito) tengo que decirte que me has asombrado y maravillado por lo bien que escribes, por esa historia de amor imposible o no(no se en que punto se encuentra ahora) solo se que ha sido un placer leer este texto en una tarde calurosa de mi tierra. A mí también me encantan los días de lluvia, estoy deseando que llegue el invierno. No se explicar cuales han sido mis sensaciones al leerte pero me has dejado un agradable pensamiento sobre todo lo que has escrito y una obligación de reflexionar sobre lo que dices.
Seguiré tus pasos, me gusta como escribes, aunque no demasiado los poemas góticos, pero así y todo escribes muy bien. Sigue adelante con ello, por cierto, los ojos de tu musa son más bien azules que verdes(quita ya la foto,jeje), tendrías que compararlos con los míos, aunque para ti ya se que son los otros los que te impulsan a vivir y a escribir. Pase lo que pase, jamás dejes de escribir,mil besos :wink:

 

El amor..desdicha entre los humanos por no saber apreciar este don...unos juegan con pequeñas florecillas y luego las pagan por sus servicios, y otros, como yo, tenemos miedo a este sentimiento que nos mata dia a dia...

Tus escritos hacen que broten corazones en los oscuros corazones de los demonios que tenemos la dignidad de leerlo...

resumiendo..Otro obra maestra del Yeday Raven...

Lilith

 

JO RAVEN VAYA PEDAZO DE TEXTO E??
MUY LARGO PERO INTERESANTE...
A VER SI ANIMAMOS AL WOLF Y HACEMOS AVENTURAS ÉPICAS

UN GUSTO LEER ESTE TEXTO

AY COMO ME GUSTAN LOS TEXTOS

JAJAJAJAA!!!!!!!!

 

[center:383a781900]Raven esto es una exquisites para cualquier paladar, escribes hermoso....
tienes fluidez y mucha imaginación, te felicito.
Ya veo porque te encantan los dias lluviosos... te sientes cerca de tu amada Abril .
He disfrutado mucho de tu historia, continua......... =D> [/center:383a781900]

[center:383a781900][/center:383a781900]