Lluvia mía

Lloverá hoy según dijo el doctor Lo Coco en su consultorio.

Lo dijo hoy cuando examinaba a Paka Laka antes del análisis.

Mientras recordé nuestra charla amena en su despacho.

Cuando salí de la veterinaria se veían unos nubarrones.

Algo extrañado porque curiosamente parecían perseguirme.

De pronto tímidamente comenzó a lloviznar copiosamente.

Dilucidé automáticamente quejidos de dolor por doquier.

Miré la canastita de Paka Laka pensando que había sido ella.

Siguieron las lejanas y hórridas exclamaciones de sufrimiento.

Volteé lentamente la mirada y no pude dejar de sorprenderme.

Luego de experimentar con asombro que los chirridos de martirio.

Resultaban proceder de la increíble brizna insolente de verano.

Me pareció percibir que la lluvia gritaba amedrentados quejidos.

Cuando osaron rebotar sobre mí descubrí sus imposibles lamentos.

Las cristalinas gotas eran literalmente fisonomías transparentes.

Sus caras poseían una expresión inaudita, su gesto me generó tristeza.

De alguna forma me sentí culpable de no poder contenerlas.

Pensándolo bien si rebotasen contra el pavimento les podría ir peor.

Eran cientos, miles y todas caían y gritaban eufóricas en simultáneo.

Algunas de ellas habían desarrollado una belleza indeterminada…

Un gen abstracto, fantástico que me había cautivado casi por completo.

Descubrí su resiliencia mientras el golpe las desmembraba por completo.

Se reagrupaban para la regeneración inmediata después de cada caída.

Tal vez el más allá, un ente extraño, o la vida misma querrían decirme algo.

No lo sé, solo me animé a escribirlo aquí, en unas cuantas pocas palabras.