Lo ominoso de las comparaciones

Lo ominoso de las comparaciones



Dices que me amas, cuando te enamoro con mis dulces
palabras bajo el manto protector de la bella Luna.
Dices que amas mi porte de caballero y mis detalles únicos contigo.
Que me quieres tanto... Y sin embargo, hoy me he
dado cuenta, que ya te tengo harta de mí y de todo.
Tal vez, durante muchos meses, has indagado
en tí... Si existe sólo una razón, sólo una...
Para ser infiel, sin romperme el corazón,
sintíendote culpable.
Ya que has anhelado con locura,fervientemente ilusionarte de nuevo.
Y has deseado con un gran frenesí
ese placer único de una noche loca.
Quieres sentir el derrame en tus entrañas de su ardiente savia,
de ese hombre que no sepa quién eres y al que no le importe.
Quieres probar la fuerza de otros brazos,
sentirte enardecida, bramando de pasión,
meterte en otra cama y en otras sabanas
para revolcarte de pasión.
Quieres comprobar tus instintos en otro cuerpo.
Mirarte en otra mirada, saber que responde tu piel a cada caricia
recibida y que propicie que olvides que el mundo gira.
Quieres un hombre que de verdad
te quite las ganas de ser infiel.
La solución es simple:
Hazlo y no te frustres más.
Para mucha gente las comparaciones son ominosas
y odiosas, pero son prácticas, objetivas y
funcionales: Nadie es propiedad de nadie.
Nadie va a estar con quién no quiera estar.
Si las comparaciones servirán para ubicar dónde
y con quién deseas estar:
adelante y bienvenidas.
No te limites.
¡¡Salud!!


00:35 Hrs AM
23-02-2004
JV
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