Lo que cuenta es la intensión

Se había quemado el arroz.
Los huevos cocidos,
tenían aspecto de revueltos.
La ensalada de verduras
estaba tan azucarada porque confundiste
el recipiente con el de la sal.
Y el jugo te quedó salado por la misma razón.
La carne asada era un caucho
y el postre nunca supe de qué era
porque no leíste bien la receta del libro
debido al afán de cocinar algo rico para mí.

Y ¿sabes?
Todo me lo comí.
No por el compromiso de consumir heroicamente semejante suplicio.
No por quedar bien contigo.
Sino porque trabajaste tan duro en la cocina,
por amor a un hombre.

He aquí lo cierto de la aquellas palabras:
"Lo que cuenta es la intensión".
Eso es lo que realmente vale.
Lo valioso que puede significar una acción...
Te amé mucho por ello.

Ahora,
preferimos ir a comer en un restaurante
y aunque me dices que tienes muchas ganas de cocinarme algo,
diplomáticamente te digo:
¡Ay cariño! es que no quiero que tus delicadas manos se dañen!
Y por eso, tú también me amas.

Como dije:
Lo que cuenta es la intensión
¿Verdad que sí?

​